822

“Érase que se era, un tranquilo pueblo llamado Puente Viejo. Sus gentes, trabajadoras y honradas, vivían felices bajo el manto protector de la poderosa hacendada del pueblo, Francisca Montenegro. Enamorada hasta las trancas del que un día fue el tabernero más macizo de Puente Viejo, que además, correspondía ese amor con chozos diarios que hacían dichosas a unas personitas llamadas Raipaquistas…”

Se me abren las carnes con el capítulo de hoy. En realidad, con todos los que llevamos padeciendo de un tiempo a esta parte. Las raipaquistas sí que estamos sufriendo una epidemia terrible que va mermando nuestras fuerzas, no así nuestras capacidades. Porque ya hay que tener humor para aguantar lo que aguantamos. En fin, no me quejaré hoy demasiado, porque si algo bueno ha tenido el capítulo 822 es que no ha salido Aurora Castro.

Y arrancamos con los “machos alfa” de Puente Viejo que están hasta los mismísimos machos, del cerco militar al que están sometidos, Y fíjate tú, que oportunamente se lo dejan caer al militar al mando que justo salía del colmado, después de amenazar a los Mirañar con un consejo de guerra por haber colaborado en la fuga de los namby-pamby. ¡Contentos tendríais que estar de que se hayan largado! En fin, que amenaza por aquí, amenaza por allá, que quíteme usted esas pajas, los machos alfa dejan clara su posición.

Ale, cabecera y comenzamos. (¿Isidro no la había espichado? Uy, parezco Fe. Pues sigue en la cabecera, señores…)

Fernando jugando a las casitas con Candela. A mí es que me da la risa ya con esta historia… ¿cómo se salvó este hombretón de esa caída? Y lo que es más inquietante ¿cómo se salvó la niña? En fin, que se le ha ido la perola pero ben ida. Y Candela que lo nota, le tiene más miedo que a un nublado. Veremos qué planes tiene el náufrago.

Y saliendo de la confitería y girando a la derecha, llegamos hasta la Casona para ver a una Francisca que parece que ha espabilado ¡Y olé! Guapa a rabiar y con un genio que hacía mucho tiempo que echábamos de menos. Bernarda que es más pesada que una vaca en brazos, no hace más que indagar a Francisca sobre lo que habló la Monti con su criada. Con esa cara de buenecita que ya aburre…  Pero la Paca, que es perro viejo, se va por la tangente. Como no, sale Fulgencio en la conversación. “Que cada palo aguante su vela”. Paquita, tatúate esa frase para cuando vengan todos a pedir que les saques castañas del fuego.

“Yo no perdono a quien me hace daño”. Uy Berni… ¡avisada quedas, mona!

Llega Fe con no muy buenas noticias sobre Mauricio.

 

 

 

Jaral. María hablando con Rosario que está más para allá que para acá. Superada por la situación, María se desahoga con Conrado. Me encantan estos momentos de “Estoy fatal, no puedo más. No puedo ayudar a mi gente enferma”, para tener enseguida la réplica de “No, que tú eres muy buena, tú eres muy fuerte, tú, tú, tú tururú”.  (Véase la ironía de mis palabras). Mientras hay gente que se está muriendo, son imprescindibles estos momentos para dejar claros lo buenísimos que son. En fin…

Dolores. Otra que me está encantando en esta etapa. La mujer se desahoga con Don Anselmo aunque nos “mata” a Quintina antes de tiempo. Que ya hasta piensa en buscar una nueva mujer a su Hipolitín. Don Anselmo, que intentará calmar ese arranque de testosterona de los machos alfa para que no se forme la de San Quintín. Suena el teléfono y es Gonzalo

Mariana que al fin llega a visitar a Mauricio. Me ha encantado ese cariño que tanto ella como Fe han mostrado por nuestro Mauri. ¡Si es que este hombre es un pedazo de pan! Pero como la Monti estaba tardando en salir en la conversación, para poder atacarla a placer, Mariana se envalentona y piensa cantarle las cuarenta a su Señora por no hacer nada para que al menos unos médicos lleguen al pueblo. ¿No es que no necesitáis nada de la Montenegro? Ay maja, cómo se nos ve el plumero…

Jaral. Hipólito que llega a ver a su Quintinita. En mi opinión personal, Blanca y Selu, los que mejor han sabido explotar sus dotes y talento para desarrollar sus personajes durante el envenenamiento. Mi admiración para ellos. Hipólito, que se ha dejado llevar por la euforia de los machos alfa dominantes, se despide de su esposa por si algo llegara a pasarle en un posible enfrentamiento con los militares. Emilia que pone la oreja y se entera de los planes. Raimundo, que yo no sé si es Raimundo o un muñeco tumbado en el camastro ( ¬¬ ). Quintina intenta detener a su hombre, pero cae desmayada al suelo.

¡Qué alegría ver a Francisca cabreada, aunque sea por teléfono! Ya ves tú, tan mala como es, pero exigiendo al gobernador que levanten el cerco y manden a un equipo médico. ¡Vaya bruja…! ¬¬ Fulgencio, que parece que últimamente anda de puntillas cuando habla con Francisca. Alma de cántaro, si supieras que tu mujer te está haciendo la cama… y no en el buen sentido, claro está. La Paca es única para dar cortes y con uno bien dado, deja al primo con un palmo de narices.

A solas, Fulgencio hace gasto cual parásito que es, y se pone a hacer conferencias telefónicas como si Francisca tuviese la tarifa Canguro de Orange.

 

 

Mariana y María por la plaza. La primera, poniéndose medallitas por su charla con la Montenegro. Llegan al Colmado y Loles les dice que ha llamado Gonzalo pero que no se ha enterado de nada. Mientras, fuera van reuniéndose los machitos del pueblo para su enfrentamiento con los militares. Y la pavisosa decide comprar alcohol por si hay que curar heridas. ¡Me da…! ¬¬

Alfonso que se pone gallito, porque debe pensar que los tiene cuadrados, es el que más se enfrenta al mandamás militar. Pasando todos de los consejos de Don Anselmo que trata de aplacar los ánimos. Pero ¡oh milagro! el mandamás les dice que el cerco ha sido levantado parcialmente ¿Y qué hace esa panda de mentecatos y desagradecidos? ¿Alegrarse?  (La respuesta, una escena más tarde)

Candela, Fernando y la “pitusa”. El de Mesía le hace saber que los tres partirán contentos y felices para vivir su vida lejos de Puente Viejo. ¿Estoy viendo Puente Viejo o La Casa de la Pradera?

¡Y he aquí la respuesta! Alfonso, al que me dan ganas de abofetear con un guante y retarlo a duelo, toca un poco la moral, pero la mayoría decide aceptar las condiciones propuestas por el militar, que además les informa que todo ha sido gracias al interés de Francisca Montenegro.  Pero Alfonso no agradece, no que va. Insiste en que sigue muriendo gente… 

Jaral. Y aquí sí que me dan ganas de pincharme las venas con un alfiler. Pero además a lo bestia. Francisca, nuestra Paca aparece entre enfermos y hedor como una diosa. Con tocado nuevo y pañuelito de lino en la nariz. Aún no existía Rexona. Habla con María y le informa que ha conseguido que el gobernador mueva sus hilos para levantar el cerco y permitir que un equipo médico acuda a ayudarlos. Y ¿qué hace María? ¿agradecer? Nooooooooo, por Dios, cómo va a hacer eso… Pero como Francisca tiene siempre un buen ¡zasca! En toda la boca, le contesta que será mejor eso que seguir poniendo pañitos de agua en la frente.

El caso es que buscaba a Don Anselmo para que acuda a la Casona a dar la extremaunción a Mauricio.

Y ya. YA. ESO ES TODO. ¿Me estáis tomando el pelo, guionistas, productores, señores de las altas esferas? ¿Me queréis hacer creer que está Francisca Montenegro en el Jaral, que está Raimundo Ulloa en el Jaral (él o su muñeco) y que no se ven? ¿Que ella ni se entera que su amor, repito, SU AMOR puede estar muriéndose? ¿Nos odiáis o algo por el estilo? Sinceramente, me gustaría saberlo, porque no me parece lógico ni medio normal, que dos personas enamoradas no sepan nada el uno del otro. ¿De qué me vale que días atrás nos deis una escena en la que ambos se desean lo mejor  (“Cuídate Francisca” “Raimundo, cuídate tú también”) si una semana después los ponéis en el mismo escenario y ni se huelen? ¿Es una broma? ¿Os hemos hecho algo? Las raipaquistas somos buena gente, la verdad. Algo locas, pero buena gente. Y creo que no nos merecemos esto. A estas alturas, YA NO.

 

 

Don Anselmo en la casona, dispuesto a dar la extremaunción a Mauricio, que se niega.

María, que no se separaba de los enfermos, pero que hoy lleva toda la tarde de paseo. Del Jaral al pueblo, del pueblo al Jaral. Llega al colmado por saber si Gonzalo ha vuelto a llamar. Pues va a ser que no, bonita.

Primitos Chip y Chop que ya hartan hasta a las piedras. Fulgencio le cuenta a Bernarda que Francisca ha descubierto sus planes. De eso trataban las llamadas que estuvo realizando a costa de la Paca. Bernarda que se queda más pálida que la leche y hasta osa a llamar “loba” a Francisca. Pero ¿tú de qué vas? ¿Te has visto? Pa´loba tú, guapa, que estás vendiendo hasta a tu marido.

María de nuevo que se encuentra con Mariana. Sí hija, vete a la Casa de Comidas a comer caliente que ya se encarga tu tía de todas las faenas. No vaya a ser que te rompas. Y según va hacia allí, aparece el SuperGonz y se abrazan como dos enamorados que llevan días sin verse. ¡JÁ! Parecen hermanos, en serio. Cuando se abrazan es como un “que corra el aire entre nosotros”

AVANCES!!

Llega el antídoto a la Casona

Bernarda lloriqueando. Confianza y amistad. Tanto lo uno como lo otro, hay que ganárselo, ¡maja!

Paca ya ha hablado con sus abogados y se lo cuenta a Mauricio

 

Y con esto y un bizcocho… (o un jerez como la Paca), ¡hasta mañana!