Pues, me vais a perdonar la tardanza, pero es que una entra
en trance cada vez que le da a ver la escena de la reconciliación y claro…
¡Hasta ahora no he salido del bucle!
No voy a perder mucho tiempo, por no decir ninguno,
comentando qué me parece que Inés le haya dicho a Bosco que fue papá de una
nena que murió, pero que, casualmente, es nene y tiene cada día en sus brazos…
Ni mucho menos en hablar de si Aurora se inscribe en eso de la beca con la que
pagarse unos estudios que, siendo de la posición que es, bien pudiera costearse
ella sola… Porque, no es que me aburran, que también, es que sencillamente no
he podido de otra cosa que no sean Francisca y Raimundo en este capítulo. Así
que voy al turrón antes de volver a entrar en trance y ver las secuencias otras
1031943471329 millones de veces.
Así pues, sin más dilación… ¡ADELANTEEEE, RAIMUNDO!
Fe, que es más lista que el hambre sabe tan bien como
nosotras lo que aquí iba a pasar, así que pilla la primera excusa que encuentra
para irse y dejarles solos. Aunque, no sin antes soltar una de las suyas…
Claro, que… ya que
servidora está aquí… ¿Usté se va a quedar pa’ la cena?
¡Pues claro, Fe! Tú lo sabes, nosotras lo sabemos, Raimundo
lo sabe y la Paca…
Bueno, la Paca lo mismo no lo sabe, pero en breve Raimundo
le despeja las dudas. Y claro, para que Raimundo le deje claro que se queda,
primero se tienen que quedar solos, así que… ¡Hasta luego, Fe!
Supongo que has venido
a despedirte…
Ese era mi propósito
sí.
(Vale, 1% de la misión completado, Raimundo… Para romper el hielo no ha
estado más, pero tienes que espabilar un poco).
Si no te apuras, ya te
aviso de que perderás el tren.
(No lo quiere ni mirar, pobre, que piensa
que se le va a ir para siempre…).
Lo que intento es no volver a perderlo
(Ou yeah, Ulloa…
20% de un tirón).
¿Cómo?
(Le han saltado todas las alarmas seguidas jajaja
Que sí, Francisca, lo que has oído, que no quiere perder el tren del amor, y
quiere viajar contigo lo que le reste de vida)
Mi cabeza me pedía
marcharme de Puente Viejo, dirigirme a Fuerteventura… Pero al encaminarme hacia
la estación, mis pasos me han traído hasta aquí.
¿Qué es esto?
(Hay,
Francisca, por favor… Con todo lo lista que eres y lo poco despierta que estás
ahora… ¿Qué va a ser? ¿El tiquet de la compra?).
“El billete de tren.
Pedazos de orgullo y de miedo, lo que siempre nos ha separado. Tú has rendido
el orgullo, yo acallaré el miedo, y aquí me quedo… Junto a ti”
(Me derrito con
este hombre, lo juro… Así decía Francisca que Amado Nervo le llegaba tanto, o
menos, al corazón como los poemas que él le escribia… Si es que Raimundo es un
poeta)
“Siento que estoy… que
estoy viviendo un sueño”
(Venga, Raimundo, que ya lo tienes, 69% completado…)
“Y yo saliendo de la
peor de mis pesadillas; la de perderte para siempre”
Y encima se lanza él…
Creo que voy a llorar, otra vez… ¡VIVA EL AMOR!
No se puede ser más dulces. Ella frágil como nunca la hemos
visto, se deja llevar por él, porque él es el que ha vuelto a por ella después
de todos los intentos que, con una imperceptible eficacia ella había hecho por
que se quedase. Y digo imperceptible pues, a ojos de ella todo había sido vano,
aunque la realidad era bien distinta pues cada uno de los roces que sus manos
le procuraron, cada una de las sinceras palabras que salían por sus labios y
cada una de las miradas que le lanzaba suplicándole que no se marchase,
hicieron temblar la aparentemente férrea decisión que había tomado. Como él
mismo ha dicho, ella rindió su orgullo para pedirle perdón por todo lo que los
separaba y suplicarle que no marchase, y él ha dejado atrás sus miedos para
enfrentarse al día a día junto a ella, y no al intangible futuro que les
espera, ya sea juntos o separados.
He de reconocer que esperaba reacciones diferentes en esta
escena, pero a cada vez que la veo mejor me parece, porque es tal y como tenía
que ser: preciosa.
Con esta dosis de cuquismo he pasado con una enorme sonrisa
las escenas de Emilia enterándose de que su padre anda desaparecido, porque ni
se ha despedido, ni se ha llevado la maleta para coger el tren… ¡Se siente, Emilia! El corazón de tu padre ha
hablado y ahora está donde siempre debería de haber estado.
Y el día amanece resplandeciente en Puente Viejo, para unos
más que para otros, claro… Pero para nosotras hace un día soleado, envuelto en
la sinfonía de los parajillos cantando y decorado con las hermosas flores que
la primavera nos regala… Ahora, eso sí, huele a pestiños desde aquí… Los mismos
que Francisca le ofrece a Raimundo en el desayuno, que por lo visto los trae de
la puebla para no hacerle negocio a su nuera.
Raimundo se queja de que lo está cebando… (¡Ay, almas de
cántaro, pero cebaros a otra cosa… no a pestiños!)
¿Me querrás horondo también?
Te querré… siempre
(Modo tigresa modo ON)
Francisca se da cuenta de que le falta el canto de un duro
pa’ lanzarse sobre él y echa a Fe rápidamente. Pero Rai, que anda un poco dormido
aun, le saca el tema de la maleta, que claro, se envalentonó, se fue para la Casona,
y ahora lo único que tiene es el traje con el que se presentó ayer, y que se ha
tenido que volver a poner hoy… Espero que por lo menos, al levantarse se diese
un aguilla, porque si no, un día más y la Paca no se le acerca ni con un palo…
¡Hombre, por favor! ¿Qué romanticismo es este?
Ella, mujer lista donde las haya, le dice que si quiere
manda a Mauricio a por su maleta, para que no tenga que enfrentarse a Emilia,
pero que tenga, por lo menos, una muda para cambiarse… Y Rai, hombre de pocas
luces, le dice que no, que ya se apañará con cualquier cosa hasta que Emilia se
calme. Así que Mauricio tal como viene… Se va.
Y allí que se quedan los dos haciendo manitas.
Así que, vamos a dejarlos, que sigan tranquilos, y con esto
y un bizcocho, o un pestiño, os dejo yo también.
jajajajajajaja, muchas gracias por tu artículo Ro. Esta paca es lo más de lo más... la caña de España, que ya quisieran muchos llegarle a la suela de los zapatos a esta mujer. Brava ella siempre.
ResponderEliminarGracias mil.