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Vamos a ver qué cuento yo hoy, teniendo en cuenta que cada capítulo de Puente Viejo se está convirtiendo en más emocionante e impactante que el anterior. Casi tanto, como ver a mi gato lavarse las patas antes de echarse la siesta.

Esta que escribe, muestra un grado de locura similar a la de mis compañeras, dado que la creación de un blog raipaquista en los tiempos que corren, es lo más de lo más. Solo unas mentes desquiciadas y graciosas como las nuestras, serían capaces de idear tamaña acción.

Pues bien, dejando claro esto, lo mejor es comenzar con el capítulo de hoy.

Los pelos como escarpias ¡oye! se le quedan a una ante la imagen de María en la cama, ardiendo de fiebre, y su coro de palmeros alrededor mirándola como si fuese la dolorosa. (No creo que sea necesaria aclaración, pero por si acaso, dejo constancia. Lo de los “pelos como escarpias” es ironía pura). Si habitualmente me parece una pava y una mimada, hoy queda confirmado. Reconfirmado. A ver muchacha… tienes fiebre. No es el fin del mundo. No pasa nada porque por unos días no des el pecho a la niña. Solo ha faltado soltar un “jopetas, tengo fiebre y no puedo darle el pecho… ¡pues no respiro!”. Desde luego, me maravilla el optimismo de esta mujer y sobre todo, cómo sabe sacar el lado positivo a todo. ¡¡Ahhh… nooooo!! ¡Que no es así…! María no es que vea el vaso medio vacío. Es que directamente, no ve el vaso.

Reconozco que tener ante ella a la mami tan afectada con su mano en el pecho, cual cuadro de El Greco, (ilustro en la siguiente imagen. Mami Greca), a la primita poniendo morritos o más bien pucheros, y al novio/amante/rollito/amor hablándole como si tuviera 4 años, no ayuda demasiado. Pero en serio…una pava. El caso es que se les ocurre llevar un ama de cría y listo. Paso a la siguiente escena o nos dormimos.

¡Paca, mi Paca! ¡Ole esa Paca! Abrecartas en mano, está con un cabreo de tres pares de narices. ¿Qué es eso de interrumpir su viaje de consuelo a su primo? Ni el gobernador, que la habrá visto por videollamada perpetrada con el arma homicida, se ha atrevido a responderle al teléfono. ¡Huelguistas a ella! ¡Que se atrevan a tocarle un pelo! Pero cede finalmente… ¡porque ella quiere, por supuesto! No porque se lo haya pedido el alcalde, que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, (cada una tira para donde tira! ¡JÁ!) le invita al baile de carnaval. Para bailes está la mujer, aunque si eso supusiera marcarse una lambada con un ex_tabernero bien macizo, con un vestido de gala bien ajustadito pues… “Venga Paquita, deja la imaginación para más tarde, cuando estemos ya metidas en la camita” le contesta su mente ante semejantes pensamientos. (¿o esos son los nuestros? Ya no distingo)

 

Volvemos a la dolorosa, a la que el específico del médico psicópata no parece hacerle efecto (¿Tal vez porque sea solo agua con azúcar? Fíate tú de un médico cachas). Al menos se la ve más animadita, viendo el futuro un poco más flower power… ¡Así es María! ¡Todo optimismo y saber estar! Algo impaciente eso sí, porque mami greca aún no aparece con el ama de cría. ¡Con lo fácil que es salir a la calle y encontrar una! Vamos, que todos los días te cruzas con dos o tres… En fin. Paso de escena porque con tanto optimismo, me estoy contagiando y empiezo yo misma a ver mi futuro como un enorme agujero negro. Ya sabéis. Por solidaridad con la dolorosa.

Y nos encontramos con la parejita feliz, pero sin el “feliz”. Soledad, que siempre ha sido muy amena y su queridísimo marido Terence, al que dan ganas ya de meterle un calcetín sudado en la boca por el despropósito de personaje en el que se ha convertido. ¡Con lo majo que era cuando se bañaba en cueros en el río…! ¡Qué tiempos aquellos…!

Me parte el corazón ver a Francisca tan afectada. Intuyo que la muerte del hijo de Fulgencio y Bernarda (Ole y aplauso al que idea los nombres de los personajes de Puente Viejo… o.O), ha traído a su memoria un recuerdo demasiado reciente y que supuso el golpe más duro de toda su vida. Tanto es así, que hasta Soledad parece comprender a su madre, no así Don Tereso, que está más pendiente de hincarle el diente a la rosquilla que de lo que ocurre a su alrededor.

Regresamos con la dolorosa y la mitad del dúo namby-pamby. ZZZzzzzzz espera que llega el ama de cría y todos contentos. Bueno, la dolorosa sigue con sus reservas. No sea que se sonría y se la salte un punto.

Enlazamos con "la pokemon" y con Quintina. En este momento, una servidora se detiene para hacer la ola a esta mujer que evoluciona de Pokemon a Carmen de Mairena tirando los tejos a Hipolitín y su varonil hechura. ¡Qué risas con tal escena erótico festiva! (Que por otro lado, manda… “narices”… que hasta Nicanora tenga su momento “despendole mearremangohastalafalda” y nuestra parejita siga sin respirar el mismo aire)

“Mi ropa está más turgente” ¡¡Qué grande!! Esta pasará a convertirse en la frase de moda para ligar. 

¡Paca, mi Paca! Esperando a Marianita como agua de mayo. ¿Y por qué? ¿Por el aperitivo tal vez? ¡Ilusas! Esas escapadas de Mariana no pasan desapercibidas para la Montenegro, que se huele que algo no va bien por El Jaral. Me duele mucho tener que ver cómo actúa Francisca en este sentido… es bastante desconcertante escucharle decir que lo único que le importa es María, cuando ella misma sabe lo que duele un hijo. Si no le bastó con cagarla acusando a Gonzalo, sabiendo que aquello le haría perder a su ahijada, se comporta de igual forma con lo que a la niña se refiere. Peeeero como por sus venas corre la sangre maldita de la partera… (De nuevo, con la partera hemos topado. Cansinismo al máximo)

 

Y regresamos de nuevo al Jaral, con la visitilla de tita Sole y tito Tereso, más preocupado por salvarse el pellejo que por otra cosa. Rosario aprovecha que Soledad está por allí para que le haga llegar a Simón unas tarteras con comida. Tortilla y Pollo al ajillo. (Tened en cuenta este apunte para más adelante)

Me aburro tanto que solo me animo con las clases de seducción de la Nico. ¡Es tronchante! Ver a Hipolitín tan poquita cosa como un adonis varonil es que me mata. Lo mejor de todo el capítulo de hoy.

La escena de las comadres con Aurora, la resumo en: la otra mitad de los namby-pamby se siente culpable y las otras dos, bueno, más bien Candela, le responde que no. Rosario como que se guarda la opinión. ¡Pasamos de escena! Bfff qué “jartura”

Hipólito y Nica de nuevo. Me parto y me mondo. Sobre todo con esta imagen.

  

Y llegan los queseros, que ya estaban tardando. Más de lo mismo. “Quesos no vendo” ¡Alma de cántaro…! Las gentes rurales de 1921 no estaban para comprar queso todos los días. Mantequilla puede y leche también. Pero un queso cada día de Dios, pues no. Llega Tereso, pregunta disimulada a Alfonso y el otro que desconfía. No, si cuando quiere es muy avispado.

Plano de los amenos en su rincón idílico. Soledad le ofrece la tortilla y conejo al ajillo… ¿conejo? ¿No era pollo? ¿En qué piensas, muchacha? Charla insulsa y bla bla bla.

María y los namby-pamby en pleno despiporre. Tan amenos como siempre. Todo irá bien, seguro que no me mentís, bla bla bla. Lo mismo de siempre. ZZZzzzz

Queseros que discuten, por qué no me habré muerto yo, echo de menos a Rita, no quiero seguir viviendo, a la mi**da la granja. Paso de escena.

Menos mal que llegan los Mirañar a animar el cotarro. Baile de carnaval en el que solo el alcalde, la consorte y descendencia van disfrazados. De reyes, como debe ser. Lo mejor, Hipólito tratando de huir de Nicanora y el baile que se marca con Mauricio.

Un momento…¡qué ven mis ojos! ¿Rai…? Raimundo, ¿eres tú, corazón? ¡Qué poco sales, pero qué bien te sienta el barbecho! ¡Guapo, más que guapo! La corona y la capa de rey te la tenías que poner tú. Ese tarareo y bailecillo casi inapreciable de su pierna, lo más cuqui.

Soledad le muestra a Tereso los pasaportes. Decepción al canto, muchacha. Lesmes denunció a Conrado. Y fin del capítulo

¡AVANCES!

Francisca pasa de la niña, pero al final acude con las medicinas necesarias para que tanto madre como hija, sanen. 

Y eso es todo amigos!!

P.D. Gracias a todas y cada una de las personas que conforman este blog y a todos aquellos que disfrutan leyéndolo.