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sábado, 27 de junio de 2015

1102

Muy buenas tardes, raipaquistas y raipaquistos.

Me vais a permitir que me salte lo de los trapecistas, porque no me gusta el circo y mucho menos los payasos. Pa´lante.

De pastelería  también paso, que luego me sube el azúcar y no es plan. Pa´lante.

Y dale con Hansel y Gretel.  Más pa´lante, pero… espera ¿Has dicho "Pequeña" Severito? ¡¡¡¡¡Que sea la última vez que tu sucia boca pronuncia esa bella palabra!!!!!

Mira, de verdad os lo digo, me estoy empezando a cansar, me duele el dedo de tanto darle al botoncito.

Aquí me voy a parar, pese a ser la casa de la alegría, porque tengo estopa para todos, primero voy a empezar por el desagradecido mayor del reino:

Vamos a ver Bosco, ¿Tú eres tonto o te lo haces? ¿¡Agradeces a Severito que te liberara del yugo de Francisca?!  Pues esa “señora” como tú la llamas tan despectivamente, fue la que te sacó de la miseria, la que te dio su amor, la que te convirtió en lo que hoy eres (bueno esto no, que a ser tan tonto no te enseñó ella, eso lo llevas en la sangre)

Rosario, te pasa como a tu querido hijo ¡¡Calladita estás más guapa!!

Inesita, tú a callar y a llorar que es lo tuyo.

Candelita, Candelita, preocúpate de tu vida, que es muy triste y aburrida.

Y ahora voy con el curita. ¿Se puede ser menos siervo de Dios que este hombre? Cuando Francisca le daba los generosos donativos, no era tan mala ¿verdad? ¿Dónde ha quedado lo de ser misericordioso? ¿Será, que cuando lo enseñaban en el seminario, usted, don Anselmo, hacía novillos? porque de otra manera no se entiende que un siervo de Dios, tenga tan mala baba y que a la vez sea tan selectivo a la hora de perdonar a alguien. Ahora para usted, Severo, es más que menos que un ángel. Un señor que ha intentado matar, ha secuestrado, le ha importado un pimiento el mal que pueda hacer a los demás con tal de cumplir su venganza, pero claro, como le ha dado cuartos para su tejado, es bueno. Pues ándese con ojo, que Dios castiga sin dar voces.

Y por fin, después de 22 minutos de lo más tedioso, se ilumina la pantalla y aparecen Francisca y Raimundo por la plaza ¡¡¡Agarrados del brazo!!! 
Ya iba siendo hora que mostraran así su palmito por el pueblo. Pero claro, como todo no puede ser siempre bonito, aparece Dolores a perturbar la bonita estampa, para entregarle a Francisca ¡¡unas facturas!!
Me temo Dolores, que la próxima fiesta que dé Francisca, porque la dará, no vas a estar entre los invitados. Raimundo le dice que esté tranquila, que en unos pocos días le abonará el dinero y muy elegantemente, la dejan allí plantada.
Francisca no entiende  porqué le ha dicho que en unos días le pagaran, pues no tienen ni un real, Raimundo la tranquiliza diciéndole que él se ocupará de todo, que no insista porque no se lo va a decir y la insta a que vaya a la misa, pero cuando Francisca le va a dar un beso de despedida… va el tío y… ¡¡¡le aparta la cara!!!
Raimundo, por Diosss ¿eso por qué? ¿Te avergüenzas a caso? ¿Temes que te vea tu hija y como si fueras un niño, te reprenda? ¡¡Ni se te ocurra volverlo a hacer!! Porque te corro a gorrazos por todo el pueblo.

Pa´lante.

Nos encontramos con Raimundo, que ha ido a hablar con Alfonso y Emilia, que sigue con su cara de escupidera como siempre. 
Raimundo les informa que quiere vender las tierras que le quedan y Alfonso le pregunta que para qué las quiere vender, si no le ocasionan ningún gasto, ya que él se ocupa de ellas.

Porque Francisca y yo, necesitamos ese dinero como agua de mayo, por eso. Sé que no voy a sacar ninguna fortuna, pero al menos nos dará un respiro.

Y con esa simpatía y desprendimiento que rezuma por cada poro de Emilia, le contesta que por qué no vende ella sus tierras, a lo que Raimundo le contesta que ya está decidido, lo que la hace cabrearse aun más (menos mal que ella sólo piensa en que su padre esté bien) En este caso y que no sirva de precedente, tengo que decir que Alfonso, tiene más corazón que la hija prodiga, defiende y comprende la decisión de vender las tierras, además de tener al comprador perfecto.
Pa´lante.

Nos encontramos de nuevo en la Casona, donde Francisca recorre la casa vacía llegando a su despacho y en un arranque de impotencia, golpea el posa cartas tirándolo al suelo. En ese momento, Mauricio llega, pero Francisca no está dispuesta a escuchar más malas noticias.

─Será mejor que me retire. Lo último que quisiera es, remover el cuchillo en su herida.

─Quédate alcornoque. Y bien, ¿qué desgracia ha acaecido esta vez? ¿Me han cortado también el suministro eléctrico? ¿Mis acreedores vienen a llevarse todo cuanto encuentran por su camino? ¿Qué?

Mauricio le contesta que las sospechas de que el Santa cruz, esté detrás de todo, son ciertas. Él fue el que espoleo a los trabajadores para que se pusieran en su contra. Le explica que todos trabajan ahora para él, que incluso les paga por no hacer nada. Francisca está furiosa, pero esperará a que se confié y la piense derrotada, para desquitarse de lo que le ha hecho.

[…] Bajará las manos y será entonces cuando le devuelva todo el daño, multiplicado por diez.


Esa es Francisca Montenegro, cocinando a fuego lento su venganza, con paciencia y meditación, así el golpe que le aseste a Severito, será mayor.

Pa´lante.

Volvemos a ver a Francisca viendo la decadencia en la que se está sumiendo su hogar, las hojas de las flores, que antes alegraban las estancias, caen por doquier secas.
Mientras las observa y maldice a Severito, llega un avispado Raimundo (sí, he dicho avispado por lo que dice)
Francisca, a ti te estaba buscando (Vamos a ver Raimundo, en el bullicio del ir y venir de gentes por la casa y entre la multitud de personas que hay en ella ¿No eras capaz de encontrarla?)


Raimundo le pide que cierre los ojos y Francisca asombrada, porque yo creo que piensa que quiere jugar a la gallinita ciega, le pregunta el motivo. Ella cierra los ojos mientras Raimundo to´ feliz, saca un sobre de su bolsillo.
─Ábrelos, y regocíjate.

Le explica que ha vendido sus tierras. Francisca quiere saber quién ha sido el que se las ha comprado.

Mi yerno.

─¡¿Alfonso Castañeda?!  Dime que no es cierto.

─Mentiría. Él quería echarme una mano y a la vez que los terrenos quedasen en el patrimonio familiar. Y mira, ha matado dos pájaros de un tiro.

─Tres. Cuéntame a mí.

A Francisca no le hace gracia la humillación de que el que antes fuera su asalariado, sea el que le tienda una mano con ese dinero.

Raimundo quiere que se dé cuenta que están en una situación límite, pero ella sigue pensando en que pronto se resolverá todo y volverá a disponer de su patrimonio. Pero Raimundo la baja de su nube, porque piensa que no lo va a poder solucionar tan pronto, que deben afrontar la situación con la cabeza fría. Ese dinero lo administraran con mesura, para que les dure el máximo tiempo posible. Le explica que se acabaron los lujos, que van a ser comedidos, porque si no, acabarán ahogados. Y a Francisca, a nuestra Francisca Montenegro, se le cae en ese momento el mundo encima.
Y ahora vamos con los avances, que no son nada halagüeños.








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