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Amigas... Sí, he vuelto, como Terminator. ¡No estaba muerta! ¡Estaba de parranda! Pero estuve tanto tiempo perdida en el limbo (como Raimundo durante el destierro) que ya ni recordaba, a parte del último blog que escribí, como entrar a esto y lo que viene siendo el apartado "nueva entrada" ha sido un mundo extraterrestre que he tardado en dominar (otra vez). Pero ya estoy conectada, controlada y dispuesta a destripar un nuevo capítulo de Puente Viejo, recordando que cada día estamos más cerca de los 1.000 capítulos y, al tiempo, de los cuatro años de emisión y, ¡seguimos aquí! Sinceramente, creo que deberían hacer premios para el público. Total, después de los Neox cualquier cosa se puede premiar... Premio a la Paciencia Televisiva. Suena bien.

En fin, ¡empecemos! Dios mío, cuanto tiempo llevaba sin decir esto, voy a llorar...

Aprovecho, antes de embarcarme en las escenas, que sigue sin convencerme esta nueva cabecera por más que la miro. No sé, esos tonos estilo ochentero, sesentero o algo acabado en "ero" no me terminan de gustar... 

Ahora sí, empezamos con la materia. ¡Lucas! Con este compañero y las mujeres del Jaral da comienzo el capítulo. Reconozco que el chico es mono, y médico, y simpático pero, ¿a qué la necesidad de estropear a un chaval (buen actor, además) dotado de tantas virtudes enamorándolo de Aurora y teniéndolo a sus pies cual perrito faldero? Y luego María sufrió por creer muerto a su amado, ¡esto sí que es una tortura para el ser humano! Sin embargo no me voy a detener a hacer una captura y mucho menos a escuchar la escena pero la cosa va de lo del tribunal médico (ese donde Aurora hará lo que suele hacer habitualmente, pero supuestamente fingido y un poco más exagerado, para que la tomen por loca). Ese donde una eminencia de las enfermedades mentales se va a creer que no está curada. 

Aparecen Bosco (de momento, nieto querido) y Mauricio. Los dos comentan su preocupación por Francisca que más es del capataz. Considera que la señora está débil, que necesita reposo porque estuvo a punto de morir y que ya está mayor... Mauricio, como te oiga, ¡te parte el bastón que lleva en la cabeza! Lozana y guerrera está, ya lo dijo Raimundo. Eso sí, siempre es un placer verle preocuparse por su ama, con ayuda de Bosco que promete tenerla controlada (este muchacho no sabe lo que dice). Ay, ¡cuantos hombres se preocupan por ti, Francisca! ¡Como para quejarse!

Y, ¡atención! ¡ojo! ¡cuidado! ¡alerta! Francisca en la plaza con Fulgencio (al que tarda poco en mandar a donde amargan los pepinos). Francisca mirando a un punto fijo... Sonriendo... Acercándose... ¡Dios mío! ¿Ese es Raimundo? ¿Van a hablar? ¿Escena RAIPAQUISTA? ¿Ya? Pero, si solo ha pasado un capítulo de la anterior, ¿en serio? ¿Es real? ¡Maldita sea! ¡ES REAL! ¡NO ES UN SUEÑO! 

Ya... Ya vuelvo en sí... Pasemos a comentar una escena más (dos en una semana) de Raimundo y Francisca. Lo sé, lo sé. Increíble pero cierto. Después de recuperar el aliento y confirmar lo insulso que es Fulgencio (señor, que deshecho de hombre) damos paso a la preciosidad de escena que tenemos (sí, preciosidad, que no es una discusión).

Vuelve esa música bendita (lo que cuesta escucharla). Raimundo, en cuanto la ve, tarda en dejar la lectura del periódico para preguntarle directamente por su estado "¿Cómo te encuentras?" y, ¿qué iba a hacer ella? A parte de sonreír, pues responder con ese orgullo que se gasta "Hace falta algo más que una bala para acabar con Francisca Montenegro." Y mientras siguen hablando sonríen, ¡los dos! Dios mío, ¿son Raimundo y Francisca? Va, va. Ella empieza a presionarle para averiguar por qué fue a verla y él se hace el reticente ¡Ojo! ¡Destaquemos de cabeza que esto no se ve ni escucha todos los días!

Francisca: ¿Qué te trajo hasta mí? ¿Qué pretendías? (caída de ojos al cubo ON)

Raimundo: Supongo que tenía necesidad de comprobar con mis propios ojos que seguías viva. (¡y sonríe, el condenado!)

Francisca: Para comprobar si estaba bien muerta, quieres decir. (caída de ojos al cubo por un millón al cuadrado ON SUPER ON)

Raimundo: Francisca, me dio un vuelco el corazón cuando me dijeron que te habían disparado. (ya está, muerte súbita)

Francisca: Habla con propiedad, Raimundo. Di mejor que tu nieta me había disparado. (nos vamos parapetando, Francisca, aunque siga la caída de ojos, si es que no estabas preparada para eso)

Raimundo: Ni siquiera había reparado en ello. (comestible, totalmente achuchable)

Francisca: ¿Ahora vas a decirme que solo pensabas en mi? (¡zas! ¡directa, directa!)

Raimundo: Pudiera ser. (¡el amor se le sale por los poros!)

Y entonces ella vuelve a lo de María (porque le tiemblan las piernas, como es normal). Se separan, se lanzan unas últimas miradas, se miran como si quisiera comerse a besos (y todavía me estoy preguntando por qué no lo hacen, que tiene más misterio esta pregunta que el origen de los tiempos). Y fin de la escena, sin discusiones, sin gritos, sin malas palabras... Sí, increíble pero así es, ha ocurrido. Y le sigue el cotilleo ventanal de Pedro y Dolores, seguido de su escena, la cual me voy a permitir el lujo de no comentar por puro aburrimiento.

Después aparece Fulgencio quejándose en la Casona porque su prima le ignora totalmente. Se pone un poco gallito con Fe y Mauricio lo pone, educadamente, en su sitio (¡bravo, Mauri!) antes de despacharlo... ¡Arreando que es gerundio! Conrado y Candela en busca de pruebas por la inocencia de Aurora... Sopor... Severo y Carmelo en una escena bastante relajada (donde no hay amenazas y miradas de muerte entre terribles sufrimientos por lo que, pese al interés que me causan, correré un tupido velo en esta ocasión que mucho no hay que decir). Volvemos al Jaral con Aurora intentando parecer loca (más de lo que está) con las indicaciones del bueno de Lucas. Mauricio y Fe, muy monos ellos, aunque ella se pone un poco cansina con el tema de María y él lo finiquita pronto (bien hecho, no ahondemos Mauricio, así se hace). Nicolás y los aires galanteros de Matías (que ha tardado en empezar a ir a dos bandas). Vuelve Raimundo a escena y, aunque sea poco, bien se merece una captura con teléfono en mano (a Cádiz llama, en el Colmado llama, con Dolores llama... Raro, raro, raro...).

Casa de Comidas, donde se comenta con poca discreción (puesto un espía de Francisca los escucha todo) que ya tienen los billetes listos (que poco saben estos de planes). Y más Jaral... Más Aurora y Lucas con la llegada de Conrado (celos y malestar a la vista). Dolores ignorando a sus clientes, Nicolás y Mariana, en el Colmado porque le han llegado nuevos lentes. Nos vamos a la Casona a detenernos un poco más en el tema. Bosco y Francisca esperan novedades de Pedro sobre María que, pese a hacerse el dolido por traicionar a sus paisanos, en cuanto le hablan de perder la alcaldía suelta todo lo que sabe (cuanta dignidad). Se va cabizbajo mientras Francisca propone a Bosco quedarse con Esperanza (¡ala! ¡bestia!). 

Inés recuerda cuando mató a Melchor (que dechado de virtud en esa escena, oye, ya que nos la ha traído al presente) y, no sé que más, porque si me aburre la muchacha acompañada pues no nos imaginemos sola, en un chamizo y hablando al aire... Bosco y Amalia en la Casona, hablando de Francisca y la preocupación que el muchacho tiene por ella (contagiada por las palabras escenas atrás que le dedicó Mauricio) y llega, super interesante, el investigador que lleva el caso de la muerte de Melchor. Como final en esta racha tremenda de "me aburre el capítulo" tenemos a Severo y Carmelo recibiendo a Conrado. Santacruz tiene ganas de hacer "negocios" con él y la cosa tiene mucho que ver con el caso de Aurora y, como no, con Francisca.

Avances... Saltamos, saltamos, saltamos... Y nos quedamos con Severo (solo en palabras) deseando que Francisca acabe en prisión para vivir en paz pero, esperar, que luego resulta que no quiere porque le parece poco sufrimiento... A él le va más la "agonía hasta la muerte". ¡Gracias, majo! ¡Te queremos! Destaco, como broche, a Francisca capitaneando lo que parece el Equipo A al descubrir la huida de María, a la cual promete dejar en paz a cambio de la niña (¡y dale perico!). Ah, y Emilia la amenaza, porque está muy fuerte ella últimamente. 

Y con esto y un bizcocho, hasta que se tercie otra vez.