A las buenas nos de Dios, mis queridas/os raipaquistas/os.
Vamos con el capítulo de hoy, que muy largo no va a ser,
pues me voy a saltar toda la paja que habido. He quedado hasta el mismísimo
moño de lloronas, timbas, viajeros, amargados y demás hierbas. Por lo que sólo
me voy a centrar, en lo verdaderamente interesante, que como podéis adivinar,
son Francisca y Raimundo.
El cambio que está dando Francisca, es asombroso, una
verdadera lástima que Raimundo siga persiguiendo, como dijo Ruth en su artículo,
las pelusas del diente de león. No hacemos carrera de este hombre. A un
internado te vamos a mandar a que espabiles, que mira que espabilada te ha
salido la nieta (me refiero en amoríos, no vayáis a pensar en estudios)
Pues después de esta introducción, voy a dar paso al
comentario y cual saltadora en unas olimpiadas, salto hasta que aparecen
Francisca y Raimundo, que regresan de ver una obra de teatro. ¡¡¡¡Síiiii, por
fin lo ha logrado!!!!
Francisca vuelve eufórica, y no es para menos, que lo suyo
le ha costado arrancarlo de la biblioteca. Comentan la obra que han ido a ver,
pero lo que más le ha gustado a la Paca, ha sido poder presumir de maromo
delante de todos.
─Y yo me siento muy honrado con su belleza, señora mía.
(¿Honrado? ¿Señora mía? Mira Raimundo, te libras porque Fe entra como una exhalación
dando gritos, que si no, me ibas a explicar eso)
Ante la aparición repentina de Fe, Francisca se sobresalta y reprende a la criada. Pero Raimundo con la
amabilidad que lo caracteriza, le pregunta qué es lo que se le ofrece, a lo que
la muchacha contesta que venía para preguntarles si les preparaba algo de
“condumio” Francisca dice que no tiene
casi apetito, que cualquier cosa para engañar al estomago servirá. Ay pillina,
tú no es que no tengas hambre, lo que tú quieres es algo ligerito y rápido para
saciar tus otras hambres, no sabes tú na.
─Vamos, no tienes motivos para enfadarte con ella.
─Ha de cuidar sus modales.
─Y tú has de cuidar tu mal humor. Tienes los nervios a flor
de piel y cualquier sobresalto te altera. (Vamos a ver Raimundo. El mal humor
tiene una sola solución y sólo tú la tienes. Y lo de los nervios ¿cómo estarías
tú si te hubieran intentado matar?) Francisca le dice que todavía no se ha
repuesto del encontronazo con Severo y Raimundo le recuerda que ambos se han
prometido disfrutar de todos los días que pasen juntos.
─Es muy cierto, aunque, temo que habrás de recordármelo con
asiduidad.
─Bueno, eso significará que estoy a tu lado ¿A caso hay
mejor motivo para la felicidad? (¿Te contesto Raimundo, o ya sabes que otro
motivo te falta para la felicidad plena?)
Y cual ironwoman que se precie, porque hay que serlo, para
aguantar durante más de 10 minutos de soporíferas escenas, para ver la cocina
de la Casona con Mauricio, dando buena cuenta del chorizo y a Fe limpiando la
plata, hablando del cambio de humor de sus señores.
Francisca baja con ese nuevo modelito, que
por lo que se ve, lo compró en la “Fashion week de PV” y por más que me fijo, no sé si ha bajado
andando o volando. Le da una lista a Mauricio para que se encargue de conseguir
todo lo que hay en ella y ordena a Fe, que ha de subir para explicarle como
tiene que disponerlo todo.
─Así de contenta la tiene el señor Raimundo (Fe, pues
imagina si le diera raipapolvos, como iba a estar)
Esta vez ni triatlón ni narices, ha sido una maratón, 15
minutos hemos tenido que esperar, para entrar de nuevo en la Casona.
Francisca se afana en
preparar una mesa digna de reyes, plena de los manjares más exquisitos para
agasajar a su hombre.
─Por todos los santos ¿Pero qué estamos celebrando? (Eso me
pregunto yo ¿qué carajo estamos celebrando?)
─ ¡La vida amor mío! (Pobre Francisca, a falta de otras
celebraciones (léase raipapolvos) se conforma con la vida, que no es poco, que
como dice el refrán “Mientras hay vida, hay esperanza” y de eso a Francisca y a
nosotras, nos sobra)
─Eso de ahí, es caviar. Jamás lo había probado antes. (Sí Raimundo, eso es caviar, y la que tienes
delante, Francisca, y también hace mucho que no la pruebas)
Francisca le da a probar el caviar. Y Raimundo para
corresponderla, le da a morder una
fresa, que Francisca muerde sensualmente, para después morderla él, cosa que
hace que Raimundo sienta una pasión
desbordante, que le hace soltar la fresa, a la par que de un manotazo despeja
la mesa subiendo en ella a Francisca, besándola con desesperación y en un
maestro movimiento de mano, le va subiendo la falda para….
Uy perdón que así no ha sido, ha sido un pequeño lapsus que
he tenido. Que pedazo de escena han dejado pasar estos guionistas, a huevo lo
han tenido, a huevo. En fin, sigamos.
─Adelante. Sólo una pizca. Habrás de saborearlo y jugar con
las perlas antes de masticar.
─Ummmm fascinante. (Raimundo, una cosita, ¿te has dado
cuenta que el collar de Francisca, también es de perlas? ¿Por qué no haces caso
a las sabias palabras de tu churri y juegas con ellas, antes de darle un buen
mordisco a su dueña?
Raimundo está gratamente sorprendido, pero quiere saber a qué se debe semejante festín. Francisca le
dice que es para cumplir con lo que se han propuesto ¡vivir! Que quiere
disfrutar de su fortuna con él.
─Soy muy feliz.
Y al tarambana de Rai, no se le ocurre otra cosa, que decir:
─No sé qué te habrá dicho don Anselmo, pero ha producido en
ti un efecto vivificador. (Ya está, confirmado, Raimundo, eres tonto, pero
tonto, tonto. ¿Cómo puedes pensar que las palabras de un cura causen ese efecto
en Francisca? Si es que te daba con la mano abierta.
─Me ayudó a quitarme un gran peso de encima, ciertamente.
Sin embargo eres tú quien me ha devuelto las ansias de vivir. Soy una mujer
nueva gracias a ti Raimundo.
Y ahora viene lo gracioso.
─Recuperemos el tiempo perdido.
─Sí, gocemos del amor hasta el fin de nuestros días.
No me digáis que no son graciosos y todo esto con esa música
nueva que les han puesto, que me ha recordado a la marcha triunfal de la ópera
Aida, no me preguntéis porqué.
¿Será esto una señal?
Y hasta aquí hemos llegado ¡Bueno, no! Que esto es digno de
mención.
Fe se encuentra con Emilia en la plaza que parece estar
esperando a alguien.
─Emilia ¿Qué tanto anda mirando con esa cara de escupidera?
Lo siento, perdón, no he podido evitar ponerlo, jajajajjaja
Ahora sí mis queridos raipaquistas, me despido de vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario