Selecciona tu idioma

.

martes, 12 de mayo de 2015

1068

Nunca es tarde si la dicha es buena, dicen, y si las redes te dejan, digo. Sin más dilación, que ya llega esto un poco tarde, voy a ponerme con el análisis del capítulo, no sin antes dejar un recuerdo del anterior (de la semana pasada), porque estas cosas cuando pasan hay que rememorarlas cuantas veces sean posibles y si me lo presentan en el resumen del capítulo anterior, ¿cómo voy a pasarlo por alto?


Ahora sí que empiezo con el capítulo después de saltarme las escenas ante-cabecera y post-cabecera realmente interesantes y emocionantes de Inés y Amalia. Nada, una loca y una tonta haciéndose compañía. La una hablando de matar a una criatura si no se va y la otra haciendo mímica. Sí, dije que iba a analizar el capítulo, pero no he dicho por quién así que... ¡Ahí se quedan! (Aconsejo a Amalia, eso sí, darle un planchazo a Inés y decir que fue un accidente porque se agachó a recoger una prenda y la plancha le cayó en la cabeza, y ya está).

Y, ¡escena de nuestros tórtolos! La parte más importante, evidentemente, de los últimos (y también primeros, aunque se notara menos) tiempos, porque solo con mirar un poco alrededor no hay mucho más que merezca la pena, bueno, si acaso Sol de "madame" del futuro prostíbulo de Puente Viejo al que, por supuesto, Raimundo no irá por la cuenta que le trae.

¡Al lío! Resulta que el capítulo anterior quedó con una pregunta en el aire de Francisca a Raimundo: ¿volvería a su vida anterior o se quedaría con ella? Después de unos segundos en silencio... Porque a estos dos les encanta decírselo todo sin palabras, él confiesa sentirse emocionado por sus palabras pero el hombre se limita a hacer gestos con las manos "ay que te toco, no te toco, te rozo, no te rozo, te agarro, no te agarro...". Y yo dejo otra pregunta en el aire: ¿por qué no le comes la boca entera después de semejante declaración de amor? ¡Que está dispuesta a renunciar a ti y solo sabes girar la muñeca en el aire! ¡Ulloa, despierta! ¡DESPIERTA!


Después de esas mini-sevillanas metafóricas, Raimundo asegura que no se moverá de su lado (y deja entender que su petición, por más que le emocione, no ha influido porque era una determinación ya clara desde hace tiempo). Raimundo está dispuesto a pagar las consecuencias de sus actos, lo que viene a ser perder a su familia, por seguir de una vez los dictados de su corazón. Y aquí empieza la tanda del "mátame, camión", "señor, llévame pronto", "mi cuerpo pide tierra".

Francisca: ¿Tanto me amas?


Raimundo: Tanto... Sé que nuestro amor tiene mucho de desesperación, de prohibido, pero también sé que es demasiado intenso, demasiado inevitable como para ignorarlo. No voy a luchar contra él Francisca, no volveré a dejarte escapar.



Y entonces... Pasa lo que pasa... ¡Que la deja turulata!


Después de recuperarse, tras morir de amor por su hombre (como todas, lo sabéis), Francisca le confiesa que, pese a que hubiera aceptado su marcha con tal de que fuera más feliz, temblaba solo de pensar en ello y rezaba porque rechazara su ofrecimiento. Y una cosa voy a decir, el Ulloa torea mucho con sus manos pero ésta con los pucheritos... ¡Lánzate y devora vivo a este hombre, señor! ¡Que es solo tuyo! ¡Aprovéchalo! Y seguimos con las frases matadoras para sobrellevar esa inexplicable razón que les empuja a no lanzarse como ya hicieran casi 70 capítulos atrás.

Raimundo: No me moveré de tu lado mientras tú no lo ordenes.


Francisca: ¿Cómo voy a ordenarte tal cosa? Raimundo, yo no anhelo otra cosa más que estar contigo el resto de mi vida.



¡Y aplausos! ¡Y fuegos artificiales! ¡Y "BRAVO" por doquier! Y siguen sin besarse como en el 1.000 y sin acariciarse como en el 1.054... Mirañarez, por favor, pasarme las pastillas "Sansón" que hagamos un apaño para calentar motores porque esto no es normal.

Advierto que acabo de hacer un barrido absoluto por el capítulo... Entre verbenas, bailes, cantares, preparativos de boda y llamadas en busca de detectives... ¡Sopor! ¡Me aburro! Y hasta el minuto 41 no encuentro motivos para detenerme y, ¿qué hay? ¡Otra escena de nuestros tórtolos! Esta vez sin periódicos y libros pero con tazas de por medio... ¿De verdad que no pueden estar algún día sentados sin más? ¿Mimándose un ratito aprovechando que no anda nadie cerca? ¿Es que acaso no puede recostarse ella sobre su pecho mientras él le lee unos poemas? ¡Pues no, se ve que no! ¡Mi no entender! ¡No entender!


En fin... Francisca le propone a su churri hacer algo especial aprovechando, como buena excusa, que es San Mamerto. Algo como ir al teatro, a ver una obra de María Guerrero, pero se ve que el Ulloa no anda con ánimos (y eso que decía que asumiría las consecuencias y el precio a pagar por estar con ella). Pues chico, si lo asumes, asúmelo como debes, disfruta de tu relación con ella y no seas aguafiestas. Pero el Ulloa, por más que la quiera, por más que se derrita por ella, por más que ella se ponga tierna... No quiero teatro, quiere cama (y para dormir, no os penséis otra cosa).




Y claro, después de un triste beso en la mano a modo de consolación... Ahí te quedas. Y nuestro amor es tan intenso e inevitable que me voy a la cama y no al teatro... Ulloa, te mataba. Y después a tu hija, por llevarnos a esta situación (aunque realmente sabemos que es cosa de los guionistas, porque no tienen 20 años y tres lunares en la espalda). Y, en conclusión, así nos dejan... ¡Vergüenza debería de darles! ¡VERGÜENZA!


Señor... Después de este despropósito (uno más en la lista) donde la pasión y el deseo de disfrutar de su relación brilla por su ausencia (y no me olvido de los malditos cuartos separados), llega Mauricio, y la señora se centra en pedirle la calesa porque va a bajar al pueblo... Y su intención está clara... Crucificar a Emilia por cortarle el rollo (si es que hay alguno).

Y allá en la Posada de María que se presenta, justo a tiempo, antes de que la niña se vaya para la boda de la veleta de Aurora (que, por supuesto, no se casa). Francisca se muestra ante ella como pocas veces ha hecho. Va en son de paz, sin orgullos ni sarcasmos, con la sincera intención de provocar la paz (o algo de ella) entre padre e hija. Se ahorra comentar que así Raimundo tendrá ganas de gozos pero en el fondo lo está pensando. Emilia hace oídos sordos porque Francisca es un escorpión y todas esas cosas que ya sabemos que suelta por su boca siempre que puede. No la cree y, lo que es peor, no quiere creerla... ¡Aunque sepa que lleva la razón! ¡Porque lo sabes!

Francisca: ¿Quieres hacerle pagar por mis hierros? Él es inocente no puedes negarle su felicidad.


Emilia: Doña Francisca, cualquiera que esté con usted está en contra mía, así de sencillo.



Francisca, lo has intentado pero... GAME OVER.

Y tras esto vienen los avances. Unos avances que no soy muy jugosos, todo hay que decirlo. Francisca regresando a la Casona (al parecer, de la visita a Emilia) y con Fe asegurándole que lo que va a escuchar no se lo espera (será la tontuna de la boda de Aurora que le interesará lo mismo que a mí, na'). Al añadido de Alfonso y Emilia donde, por una vez, creo que voy a aplaudir a Alfonso por las palabras que le dedica... ¿Le pintará al fin alguien a Emilia las cosas de otra manera que no sea lo que ella piensa? Porque está claro que a Raimundo, con mirarle un poco más, se lo come con patatas y no le dice ni MU.

¡Y aquí se acaba la jornada!


1 comentario:

  1. Muchas gracias Miri, por tu ar´ticulo.

    La verdad es que ayyyyyyyy ( suspiros de Espeña) me tiene loca de amor estos dos. Tanto Raimundo como la Paca... aunque bueno, la Paca un poco más, que se nos está volviendo una moza quinceañera con las hormonas traspapelás!!!! jajajajaja, y lo que disfrutamos nosotras!!!!

    eso si, grande como ella sola en todas sus facetas!!!!!


    Lo dicho, muchas gracias!!!!

    ResponderEliminar