Selecciona tu idioma

.

jueves, 21 de mayo de 2020

ESTO ES EL FINAL.

   This is the end, esto es el final, se acabó lo que se daba, y para que no nos queden  dudas se llevan por delante al pueblo, a los vecinos y a la Pedroche que pasaba por ahí buscando, imagino, inspiración para su próximo vestido fiendeañero. Y la verdad es que no sé por qué podíamos esperar más que lo que nos han dado si la culpa no es de los guionistas sino de este maldito 2020 que todo lo que toca lo fastidia.

   A la una de la mañana del día 21 de mayo de 2020 Francisca y Raimundo se convertían en marido y mujer para toda la eternidad viviendo en las ruinas del pueblo en plan fantasma como la chica de la curva y yo me quedaba patidifusa con el verdadero secreto de Puente Viejo.

   “El secreto es el amor” y mira, después del shock inicial les voy a dar la razón a los guionistas porque mucho amor, que digo amor, adoración, hay que tener para aguantar las tramas infames que nos han hecho tragar, que los cristalitos que le recetaba Francisca a su churri en plan doctor House se quedan en nada en comparación con lo que nos iba a caer después.
   
   Pero no quiero en esta despedida centrarme en lo malo, en la Pacakiller (que mítica hubiera sido esa escena de la Paca cuando se fue a vivir la vida lejos de su costilla sentada en un restaurante chino que pusiera Wuhan pidiendo un asado de pangorín con sopa de murciélago), ni en el Raimundo ameba, no, en este final quiero recordar lo que nos enamoró, lo que nos unió en torno a una historia por la que nadie apostaba, lo que hizo que después de 9 años sintamos que se han ido dos personas (que no personajes) que formaban ya parte de nuestras vidas.

   Quiero recordar esas miradas del principio de la historia, esas que te dejaban sin aliento pensando que se iban a comer los morros como si hubieran estado a dieta pero que se terminaban con un puñetazo de Raimundo a una viga y con nosotras deseando utilizar el Satisfayer. No quiero olvidar nunca ese primer beso, Francisca desesperada por que se moría el único amor de su vida y que hizo que muchas de nosotras  creyéramos en ellos, en que esa historia era posible. Quiero fijar en mi memoria esas caricias que nos ponían los pelos tan de punta que podíamos rayar limón. No quiero olvidar jamás sus palabras de amor dichas en susurros, los abrazos, las sonrisas compartidas. En mi memoria y en mi corazón siempre estarán Francisca y Raimundo, su amor épico, muchas veces doloroso pero, como se nos dice al final de la serie, inmortal y eterno.

   Lo que se seguro que siempre estará conmigo es el raipaquismo, vosotras y vosotros, compañeras de fatigas, gente de todas las edades y nacionalidades. Vosotras que disteis vida al movimiento más maravilloso que nadie pudo imaginar nunca, inasequibles al desaliento, a las separaciones, a las bombas, a las Águedas y a los Leones Castro. Vosotras que odiasteis como yo a Pepa Bocachancla, a Rosario la Traidora y a María la Zombi.  Vosotras que llorasteis como yo en cada falsaboda, casiboda y sobre todo en ese culmen de nuestro mayor sueño, LA BODA, la más hermosa que se vio nunca. Vosotras que de la nada hicisteis vídeos, montajes fotográficos y esos relatos, por favor, ESOS RELATOS, que nos dieron oxígeno cuando casi agonizábamos, que nos regalaron en palabras lo que nunca veríamos en la televisión, vosotras, amigas mías, sois lo mejor de la serie y tenéis cada una un trocito de mi corazón.

   Y a María y a Ramón os diría tantas cosas que no cabrían en este escrito, así que lo resumiré en el GRACIAS más enorme que os podáis imaginar. Gracias por vuestra profesionalidad al defender guiones que nadie salvo unos grandes como vosotros podrían llevar a buen término. Gracias por ser como sois, adorables, cariñosos, con una paciencia eterna, respetuosos. Y sobre todo gracias por regalarnos a Francisca y a Raimundo y la historia de amor más bella que pudiéramos imaginar.

No me gustan las despedidas, soy de las que siempre dejan una puerta por lo menos entornada para la próxima vez, pero en este caso no es así. Esto es un adiós y es para siempre así que queridas raipaquistas levantaros, coged vuestra copa de reconstituyente (jerez o coñac en honor a nuestra Francisca) y gritad conmigo:
VIVA FRANCISCA
VIVA RAIMUNDO
VIVA EL RAIPAQUISMO
VIVA PUENTE VIEJO LIBRE (aquí se me ha ido un poco la mano)