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sábado, 28 de junio de 2014

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Bueno, bueno, bueno… Para empezar, ¡buenos días de sábado! Que una se lía a otros menesteres y termina haciendo lo que tocaba cuando no tocaba. Pero, ¿qué le vamos a hacer si el dicho de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” a mí como que no me va mucho? Como tampoco me van, y nada, los caretos de Aurora en las situaciones tensas (y en las felices, y en las tristes, y en las… ¡Vale, vale, paro!). 

Lo mejor es que no exagero, y yo en el fondo sufro bastante por Ari, que he llegado a pensar que son sus caras naturales, y eso ya es un problema, así que tampoco me voy a meter mucho con la chica.

Lo que pasa es que claro, el hombretón (que casi le duplica o triplica la edad) del que está enamorada, y ¡comprometida!, o ya no, no sé cómo lo dejaron hace unos días, (que me pareció haber visto en uno de los avances que ella le soltaba el anillo porque ya no quería casarse, o no sé qué rollos que no sé ni porqué estoy contando porque no me importan), total, que ese hombre al que quiere le dice “tengo un hijo y se llama David” y ella como es lógico se enfada con él porque haya tenido una vida antes de que ella hubiese incluso nacido, que el nene tendrá unos 5 años pa’ seis ya y si Aurora tiene 17, así ese niño se creó cuando ella aún jugaba a las barbies. Y ya para rematar le suelta “¿y en qué lugar quedo yo ahora?”. A ver, Aurorita, el papel de plasta y de tonta lo has tenido siempre, tranquila que eso no va a variar…

Seguimos con la siguiente escena, después de la musiquilla de la cabecera, pero me parece que no voy a tener ni que comentarla, porque nuestra querida Paquita ya la comenta después, así que me limito a reproducir sus palabras:
“Pero cómo se atreve esa desgraciada a faltarme así al respeto, es una ingrata como lo fue su madre, y como lo es toda esa miserable ralea de los Castañeda”


Y claro, Mauricio en ese momento pues se pone de parte de Mariana (yo también un poco, porque no me gusta que Francisca ande jeringando a medio pueblo cuando en quien se tiene que centrar es en un señor llamado… ¿cómo era? ¿Raimundo? ¡Sí! Raimundo Ulloa, que con la vejez se me olvidan las cosas…). Pero a Francisca le importa “un bledo” y manda a espiar a la chiquilla, en vez de pasearse ella por la plaza para mostrarle el tipín que se pierde el señor… Ya se me olvidó otra vez… ¡Raimundo! Raimundo Ulloa… Que últimamente el único con apellido Ulloa, y sin saberlo, con el que se cruza es con nuestro querido Bosco, que ahora quiere montar en un bicho, digo… ¡A Bicho! Un potrillo salvaje que le da miedo a Francisca.



Aunque no sé si le da más miedo que monte al potro, o que vaya por la vida con los botones desabrochaos, ¡qué manía! 

Y siguiendo para bingo tenemos a… pff… El próximo matrimonio coñazo, que se encuentran pelando la pava hasta que Aurora llega con su problemón. Atentas, que enterarse de que una va a ser mamá postiza no es fácil, así que mis más sentidas condolencias para la muchacha.

Después tenemos a Doña Emilia y a la más cabal de los Mirañar con el espectacular mago Chindasvildo (o algo así se llama, porque es que nunca termino de aclararme), que anda el hombre tristoncillo y le regala un par de cumplidos y una flor a Quintina por su amabilidad con él. La verdad es que la chica que lo tiene merecido, así que me uno al "Chindas" y voy a vitorear eso de ¡ole, ole y ole por Quintina!

Seguimos, seguimos... Mariana preocupada, Mauri que la termina de preocupar. Y de preocupado a preocupado nos llegamos hasta la Paca. ¿Otra vez? ¡Sí, otra vez! La mujer se confiesa con la amable, buena y encantadora Bernarda que le dan miedo los caballos porque han ocurrido muchas desgracias en su familia por culpa de ellos. Pensaba que iba a decir algo de su hermano, pero no, lo achaca a pequeñas caídas de sus hijos y al accidente último de María y Fernando. Que, atentas, frase para enmarcar... "a él, dios en su infinita sabiduría sabrá porqué no lo remató, pero lo dejó hecho un ecce homo". ¡Grande esta mujer!



Después Aurorita y Conrado, que ella no va a tomar decisiones precipitadas, bla, bla... Tita Emilia siendo amable, bla, bla... Tita Emilia se preocupa, bla, bla... Buenas noches, bla, bla...

Y, el gran alborotador, Raimundo Ulloa (que en vez de alborotar la sesera de la Montenegro, alborota a medio pueblo), repartiendo panfletos con el manifiesto, y "esperaos que no se le lleven preso"...


Mientras el Ulloa charla amigablemente con los civiles, nos vamos a los Mirañar que andan con sus pamplinas de siempre. Y no es por meterme con ellos, que la verdad, ellos solos se apañan. Ahora sueñan con ser terratenientes y hablarle a Francisca de tú a tú.

Vuelve el Ulloa. No hay de lo que preocuparse, dice, procedimiento habitual, dice, que tienen que dar parte, pero que no es cosa seria, dice, que nadie va a echarle cuenta a un viejo, dice... ¿Me río ya de lo que dice, o espero a que lo quieran llevar preso?
 No, Raimundo, no nos mires así que todas lo sabemos...

Prosigamos antes de que me entren ganas de darle un copón, aunque no es la escena más indicada para que se me pase el medio cabreo que llevo encima. Berni incitando a Bosco a que monte a Bicho. Así que lo dejamos rápidamente y pasamos a... ¡otra vez! Aurora, Rosario y Candela... ¡yuju! Con el mismo tema, así que volvemos a pasar. Y aunque caemos en lo mismo, al menos estamos en la parte agradable. Porque David es tiernísimo, y Alicia mola. Esta quiere lo mejor para su hijo y pondrá todo de su parte para que Conrado pueda hacerse cargo de él, aunque en sus planes, lamentablemente, no entra Aurora... ¡Una pena!

Y ya mira que lo siento, pero me puede la impaciencia. Mirañar, Aurora y Gonza y Mariana y Emilia... Lo siento pero os voy a saltar porque no puedo con mi alma de tan tierno que me resulta esto.

¿No hay nadie en casa?

 ¿Esperanza?

¿Porqué sonríes, chiquitina? ¿Quieres venirte conmigo?



 ¿Sabes quién soy yo, Esperancita? Soy tu abuela Francisca...

 Mira lo que tengo

Muero, ¡¡por favor!! ¿Cómo puede caber tanta ternura en una misma escena? La bebé es preciosa y a la Bouzas (que también lo es) se la nota tan natural con la cría que me derrito tan solo con las capturas. Lo mejor del capítulo sin duda. 

Y, con todo el dolor de mi alma, me voy despidiendo. No sin antes hablar un poco del avance, que también me encantan algunas cosillas. La primera la complicidad que de repente vuelve a haber entre María y Francisca mientras Bosco, con cierta torpeza, se encarga de Esperanza. Y, algo que me gusta aún más... El cabreo que pilla Francisca después de leer el manifiesto, pero atentas, que no se enfada porque sí, no, se enfada con el Ulloa por haber perdido la cabeza y con Don Anselmo y Don Pedro por haberles dejado perder la cabeza a riesgo de que le hagan cualquier cosa, que es lo que sin duda teme la Montenegro. 

Esto es to... Esto es to... ¿¡Esto es todo, amigas!


2 comentarios:

  1. jajajajajaja... que mal aprovechada está la ternura de la Paca... si es que no hace falta mas que mirar como se le ilumina la cara con un bebe en brazos...y ese soy yo, tu abuela Francisca... me ha matao... lo demás.. el revolucionario, de vez en cuando... tiene un buen zas en la boca... jajajaja... Gracias

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  2. Fantástico articulo Ro, gracias.

    ¿Se puede ser más cuqui y más tierna que Francisca con un bebé en brazos?
    Por muy dura que quiera hacerse Francisca, hay dos cosas que la derriten y alteran, una son los niños y el otro Raimundo Ulloa. Tienes toda la razón Ro, las imágenes de Francisca con la niña en brazos y hablándole con ese cariño, son lo mejor del capítulo, aunque últimamente la Paca siempre es lo mejor, lo demás para mi es de relleno.

    Ya veremos que nos depara el manifiesto del tarambanas de Raimundo, mucho me temo que nada bueno. Ya lo dejó caer María Bouzas en el VE, que todavía podrían estar más separados y así parece que va a ser, él en el penal y ella en la Casona.

    De las paternidades, enfados y demás, yo también paso, no sea que de comentar de ello se me pegue la tontería, uy perdón la bondad




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