¡Hola raipaquistas y
raipaquistos!
¿Cómo estáis? ¿Seguís emocionados
por las escenas que hemos visto durante estos días? ¿Habéis salido de vuestro
encierro? Porque yo me he solidarizado con Francisca y no he salido de casa
hasta que ella no fuera libre. Lo primero es lo primero jajajaja.
He vuelto al raipablogger para
escribir una ‘‘breve’’ crónica sobre la trama revolucionaria puenteviejina. ¿Os
ha gustado tanto como a mí?
Here we go!
Como ya sabéis los
destripaterrones interrumpieron la boda más esperada y después rodearon la
Casona y el pueblo entero. El líder de los revolucionarios, el señor Larraz
(qué gran idea tuvo Saúl de traerle al pueblo) le comenta al matrimonio Ulloa
que una asamblea decidirá el destino de Francisca.
Larraz: Por la explotación a la que ha sometido a cientos de jornaleros a lo
largo de toda su vida. La pena capital está en juego. Mucho me temo que va
camino del paredón. Si no hubieran intentado huir, no nos veríamos en estas.
Francisca: ¿Y qué querías que hiciéramos? ¿Que nos quedáramos aquí para que nos
puedas usar como moneda de cambio cuando llegue el ejército?
Los hermanos tuvieron una
magnífica idea. ¿Quién podría imaginarse que los jornaleros los descubrirían?
Cada vez que Francisca les hace caso, sucede algo. No aprende.
Raimundo: Mi mujer es inocente.
¿Soy la única que se emociona
cada vez que escucha mi ‘‘mujer’’ y mi ‘‘marido’’? Y no sólo la llama así ante
Larraz, también ante el señor alcalde. Mejor no digo lo que pienso de los
santurrones de los quinteros. Los ‘‘buenos’’…
Francisca: ¿Os explotaba yo cuando… vinisteis con un buen jornal apalabrado que
siempre se os pagó? ¿Os exploté cuando ayudé a construir la casa de acogida,
cuando contraté un seguro y traje a una enfermera? Y mira cómo me lo agradecéis.
Ajusticiando a quien un día os dio de comer.
Zasca para el revolucionario. Se les
conceden a los jornaleros todas sus peticiones y aún así, pretenden que corra
la sangre. No sé qué más quieren. ¿Un apartamento en Torrevieja?
Por otro lado, os tengo que
confesar algo. No sé si es porque me he dado un golpe en la cabeza o qué, pero
Julieta cada vez que cae mejor. Me ha encantado su actitud con Francisca y su
insistencia en no rendirse para salvarle la vida. Y también, me gustaría que
las dos se llevaran bien. A ver si me estoy ablandando por toda esta situación…
Hasta la Montenegro está cómoda
con su presencia. ¡Tanto que le pide jugar a las cartas! Pero la muchacha
declina y se marcha al llegar Raimundo.
Raimundo: ¿A qué se supone que
tenemos que jugar nosotros?
Decidme que no he sido la única
que ha pensado mal…
Raimundo: Si de veras ese es tu destino, lo compartiré contigo.
Francisca: No digas majaderías.
Raimundo: Lo digo de corazón. No puedo vivir sin ti, ni siquiera respirar.
Siempre que dicen una frase así
la que se queda sin respiración, soy yo.
Francisca: Pues no te quedará otra por dos motivos:
porque los rebeldes sólo me quieren a mí y porque una vez que me ajusticien
habrás de vivir para vengarme.
Raimundo: ¿Para vengarte?
Francisca: Sin piedad, Raimundo. Quiero que padezcan
tanto como yo ahora y que los envíes directamente al infierno uno por uno.
Raimundo: Chanceas.
Francisca: Claro que sí. Si vieses el semblante que se te ha quedado.
No sé qué me ha gustado más. Si
la expresión asustada de Raimundo con la petición de venganza o las palmaditas
que le da Francisca en la espalda. En serio, me mata de risa cuando le da
palmaditas. Nuestra Paca es increíble. Aún en la situación en la que está, se
permite el lujo de bromear para aliviar el ánimo de su marido. Aunque confieso
que me hubiera gustado que no chanceara. Y en el fondo creo, que el Ulloa se
vengaría de alguna manera de los jornaleros por arrebatarle a su esposa.
A la mañana siguiente, los
hermanos, que sólo han traído problemas desde que han llegado, informan a los
nuestros que Francisca ha sido condenada a muerte. Algo totalmente esperado.
Los chicos no piensan quedarse de brazos cruzados y quieren ayudarle aunque eso
los ponga en una situación arriesgada. ¡Bravo por ellos! Madre mía, me están
empezando a caer bien. ¿Qué me está pasando?
Francisca: No quiero
que insistáis ni que exploréis ninguna alternativa, y por descontado que
organicéis otro ruinoso plan de huida. Se acabó. Por Cristo que no me
convenceréis de que vuelva a esconderme cual rata. Eso es justo lo que buscan.
Que huya a la desesperada, que me arrodille ante ellos suplicando misericordia,
mas no lo van a conseguir. Ojalá las cosas fueran
de otra manera, mas no lo son y he de aceptarlo. Asumir mi destino. Si he de
morir, lo haré con dignidad.
¡Viva Francisca Montenegro! Adoro
su temple y su valentía. Sólo ella puede enfrentarse a la muerte con tanta
fortaleza. Otra en su lugar, lloraría como una plañidera y suplicaría. Pero no.
Asume su destino y no se hunde. ¡Admiración infinita! Por cierto, adoro este
tipo de planos con ella con la cabeza bien alta.
Raimundo: No me quedaré de brazos cruzados. No, hasta hacer un último intento por
salvarte.
Francisca: Respetarás mi voluntad, Raimundo. No consentiré que ninguno de vosotros
corra ni un riesgo más por mi persona.
Raimundo quiere hablar de nuevo
con Larraz para conseguir que se posponga la ejecución. De esta manera, el ejército puede llegar a tiempo y evitar el fusilamiento. Pero la
Paca le responde que no saben nada del ejército y pueden tardar días o semanas
en entrar al pueblo. Sin embargo, él no se rinde en buscar una solución.
Raimundo: Francisca, intentemos de nuevo huir. No tenemos nada que perder.
Francisca: He dicho que no. Hasta ahora la única
condenada soy yo. Si hacemos un segundo intento, podríais acompañarme en el
paredón cualquiera de vosotros y eso no he de consentirlo.
Raimundo: Huyamos juntos, solos tú y yo. A mí no me importa morir si es a tu
lado.
No hay muestra de amor más grande
que la de este hombre. Normal que ande loca por el Ulloa. ¿Quién no lo
está?
Francisca: Pero es que yo quiero que vivas. Además, esa
huida es imposible. Acéptalo. Los hombres de Larraz no me dejan ni a sol ni a
sombra y tienen armas. Asumo mi condena. Lo único que me queda es hacerlo con
dignidad. ¿Vais a impedírmelo?
Raimundo: Francisca… no puedo perderte.
Francisca: Raimundo, tú no crees que haya otra vida
después de esta, yo sí. Volveremos a encontrarnos y estaremos juntos, quieras o
no, por toda la eternidad, amor mío.
Raimundo: Tú eres mi vida.
Estoy ‘‘morida’’ de amor. Raimundo
Ulloa es todo lo que está bien en esta vida. En una escena digna de recordar,
nos demuestra de lo que es capaz de hacer por su pequeña. De poner en peligro
su vida. De morir, si lo hace a su lado…
Ramón Ibarra ha estado sublime. Ha sido
una de sus mejores interpretaciones. No he podido evitar llorar yo también al
ver sus ojos llenos de lágrimas. Esa desesperación en su mirada ante la
posibilidad de perderla… ese gesto al salir del despacho de secarse los ojos
ufffff. Se me encoge el corazón al verlo así, tan destrozado.
Mientras Francisca trata de
hacerle sonreír al decirle que estarán juntos en la eternidad. Todo muy
intenso. Imposible no emocionarse al ver y sentir ese amor tan grande que se
profesan.
Ahora bien, no sólo he temblado
de emoción con esta escena. También, con la Ulloa y la carta más esperada por
todos.
Emilia: Es carta de María desde Cuba. Mi padre me pidió que se la entregara lo
antes posible. Le agradece sus desvelos.
Francisca: Es una gran dicha saberla fuera de peligro con los suyos. Un motivo más
para morir en paz.
En la carta María le dice que
todos cometen errores. Y que se arrepienten de ellos. Grande la joven
Castañeda.
Francisca: La quise como a una hija, Emilia.
Emilia: Señora, me consta que talmente la cuidó así.
Francisca: La adoraba, sí.
Emilia: Lo sé. Y ella tampoco la olvida.
Francisca: Emilia, hazle saber que la quise hasta mi
último aliento. Que no piense lo contrario una vez que yo haya muerto, te lo
suplico.
Emilia: Ojalá usted misma se lo pueda decir algún día, ojalá.
Francisca: Emilia Ulloa, dame tu palabra de que le
dirás que nunca jamás dejé de quererla.
Emilia: Se lo prometo, llegado el caso.
Francisca: No se lo he de poner fácil a mis verdugos,
no te vayas a pensar. Francisca Montenegro no se rinde ni ante el mismo diablo.
Sólo puedo dar las gracias por el
gran final que le han dado a la trama de María. Ella ya sabe que nuestra
Montenegro está al tanto de que vive en Cuba con los suyos. Y se han perdonado
mutuamente. Es algo que siempre he querido ver en la serie y jamás pensé que lo
sacarían a la luz y lo cerrarían de una manera tan perfecta.
Es un detalle precioso que Emilia
le haya llevado personalmente la carta. En esta escena tan emotiva hemos visto
cómo Francisca deja atrás su coraza y expresa en voz alta que nunca dejó de
querer a su ahijada. Hemos sido testigos de que María ha vuelto a unir a dos
mujeres que han tenido sus más y sus menos, pero que comparten el amor que
sienten por la joven.
El capítulo no podía acabar sin
una escena enternecedora de los nuestros.
Raimundo: Ven, amor mío. Reconfortémonos el uno en el otro. Estás temblando.
Francisca: Tengo tanto miedo, Raimundo. A ti no puedo
ocultártelo.
Raimundo: Con garras y dientes te defenderé contra quien quiera causarte daño.
Francisca: Siempre te diste aires de caballero andante.
Raimundo: A ti tampoco te faltaron de dama.
Francisca: Todo, todo lo logramos en esta vida, ¿no es
cierto?
Raimundo: Amarte fue mi único anhelo. Amarte y ser amado. Ahí triunfamos.
Francisca: Con honores. Hasta el punto que al final de
mis días poco faltó para reconciliarme con tu hija Emilia y obtuve el perdón de
María.
Francisca: Y su lectura ha sido como una extremaunción
que ha aliviado la culpa de mi maltrecha conciencia.
Raimundo: Sé bien que siempre la quisiste.
Francisca: Con toda mi alma. Por eso hablaba de perdón
para mí, porque sabe que me arrepiento de mis errores, tantos y tantos.
Francisca: Quisiera dar marcha atrás y enmendar el
pasado.
Raimundo: El pasado no se puede cambiar, solamente podemos aprender de nuestros
errores para no cometerlos en el futuro.
Francisca: El futuro. El futuro carece de sentido para
mí.
Raimundo: No puedes perder la esperanza. Pronto se restablecerá el orden en
Puente Viejo.
Francisca: Soñemos entonces que todo se resolverá y que viviremos
dichosos por el resto de nuestras vidas.
Raimundo: Por muchos años.
Francisca: Sí, sí, Raimundo. Soñemos. Y amémonos
mientras sigan latiendo nuestros corazones.
Nunca un primer plano me gustó
tanto. Verlos tan agarrados intentando olvidar el futuro incierto que les
espera es conmovedor. Francisca ha sido más sincera que nunca en admitir sus
miedos y sus errores, de los cuáles se arrepiente. Pero, ¿qué es la vida sin
cometer errores y no aprender de ellos?
Y ese beso… que no me hubiera
importado que fuera unos segundos más largo. Pero bueno, se apreciaba la
desesperación en él al igual que en Francisca al fingir que aún pueden tener un
futuro el uno junto al otro.
Escenas así nos confirman que las
raipaquistas y los raipaquistos sabemos cómo es realmente Francisca Montenegro.
Una mujer que ama de verdad a los que sabemos que ama, sin medias tintas. Que
no permite que se arriesguen por ella y sufran su mismo destino. Que reconoce
sus miedos, sus fallos. Que se arrepiente. Que se enfrenta a la muerte con
grandeza y dignidad.
A la mañana siguiente, ella está
mirando por la ventana decidida a cumplir su destino.
Francisca: Adelante, estoy preparada.
Raimundo: Me alegra saberlo, Francisca.
Francisca: Raimundo, eres tú.
Raimundo: Nada malo te va a
suceder. Se rinden, los rebeldes van a entrar sus armas.
Raimundo: Creí que te perdía, mi vida se iba con ello.
Francisca: Aún nos queda mucho por vivir, amor mío, ¡mucho!
Emociones a flor de piel con el
abrazo más largo de la historia. Por supuesto, que les queda mucho por vivir.
¡Y lo veremos!
Más tarde, Mauricio le comenta que
llevaba días sin pegar ojo y que cuando los cerraba, la veía ajusticiada. Me
como a ese grandullón. Representa a la perfección la definición de lealtad.
Francisca: He de vengarme de esa gentuza.
Mauricio: ¿Y por qué no lo deja estar, señora? Y volvemos a la normalidad.
A veces parece que no la conoce jajajaja.
Francisca: Porque lo digo yo. Si se creen que pueden
entrar en mi casa a humillarme y seguir con sus vidas como si nada, van listos.
Mauricio: ¿Y la promesa que le hizo a Raimundo de llamar personalmente usted a
sus contactos?
Francisca: Le daré largas, yo sé bien cómo manejar a
Raimundo.
A los pocos segundos aparece
Raimundo y ¡sorpresa!
Raimundo: ¿Has empezado a llamar a tus contactos para cumplir con las condiciones
que impuso Larraz?
Francisca: Aún no, Raimundo. Deja que antes me haga con las riendas de la Casona.
Raimundo: Prometiste que lo harías hoy mismo.
Francisca: Tal vez más tarde. Además no creo que las comunicaciones ya hayan sido
restablecidas.
Entonces, el señor de
Montenegro habla con Chelo.
Raimundo: Esta tarde la señora Montenegro pondrá varias conferencias. Enseguida
te la paso para que pueda decirte el número con el que has de comunicarle.
Me parece tan genial esta escena.
Francisca le dice a Mauricio que sabe cómo manejar a Raimundo y poco después es
su esposo quién la maneja jajajaja. Ella coge el teléfono que le da sin
rechistar. Los amo por cosas como ésta. Los dos se conocen mejor que nadie y
saben cómo dirigir al otro para que hagan lo que quieren.
Al día siguiente, también tenemos
escena raipaquista.
Francisca: Al fin llegas. Estaba empezando a preocuparme por tu tardanza.
Raimundo: Ayer no pude acabar todos los asuntos pendientes y hube de hacer noche
en la capital para finiquitarlos hoy.
Ella no quería mover ningún dedo
por los jornaleros y que el peso de la ley cayera sobre ellos. Pero Raimundo no
opina lo mismo.
Raimundo: Yo quería cumplir con mi palabra.
Francisca: ¿Incluso con quién no la tiene?
Raimundo: Porque otros actúen torcido no he de hacerlo yo.
Francisca: En fin, eres así desde que te conozco y no
voy a esperar que cambies a estas alturas.
Raimundo: Francisca, si no hubiéramos llegado a un acuerdo, habrían acabado
contigo. No lo hubieses podido contar.
Francisca: Eso decían, pero una cosa son las palabras y
otra, los hechos.
Raimundo: Lo habrían hecho, Francisca. Y entonces yo no podría cogerte del talle
y darte dos besos, que es en lo que vengo pensando durante todo el viaje.
Francisca: Ay, zalamero. Sólo tú consigues que yo
consienta algo así, dejar que queden impunes, casi impunes, unos criminales.
Raimundo: Hemos ganado mucho, Francisca. Seguir juntos, ¿te parece poco premio?
Francisca: Bien está lo que bien acaba.
Raimundo: No sabes la desesperación que me entró cuando pensé que no podía
salvarte.
Francisca: Lo sé, lo sé. No había más que verte. Tu
rostro desencajado, tu angustia… A pesar de todo, yo sabía que Dios no podía
privarme de pasar un buen puñado de años más junto a ti y eso me ayudó.
Raimundo: Sea por Dios, por la suerte o por la casualidad, el asunto es que aquí
estamos y que tenemos la oportunidad de
seguir queriéndonos.
Francisca: Y vaya si lo haremos, Raimundo.
Una escena sencillamente perfecta
y no sólo por los besos. Vemos lo mucho que han temido perderse el uno al otro
y la alegría que sienten porque podrán ser felices durante mucho tiempo.
Cada día estoy más convencida de
que El Secreto de Puente Viejo ha sido escrito por y para la historia de
Raimundo y Francisca. Su trama ha sido
la mejor llevada. Con paciencia y pausa pero también con intensidad y emoción.
Han sabido darnos lo necesario en el momento justo sin desvirtuar el amor tan
grande que sienten. Todos estos años de sufrimientos, desengaños, y reconciliaciones han merecido la pena. ¡Lo conseguimos raipaquistas y
raipaquistos!
Y para acabar, os dejo una
pregunta que va para nota:
¿Hacia dónde se dirigía la mano
de Francisca?
a) A su cintura para rodearle.
b) A la barriga para hacerle
cosquillas.
c) 😏
¡Hasta la próxima!
Bellissimo 😍😍😍😍😍😍💖💖💖
ResponderEliminarHola,he leído todos vuestros artículos y todos ellos me han encantado. Veo El Secreto de Puente Viejo desde el capítulo 1000 y me uní por el gracias a nuestra querida pareja pero sobre todo por nuestra Paca. Me gustaría que hablaseis de lo que está pasando ahora en la serie y si creéis de verdad que Francisca Montenegro a muerto. Un saludo de una raipaquista más.
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