El pasado 7 de
marzo de 2017, se dieron cita en la capital de España la Embajadora Italiana,
la Representante de Relaciones Iberoamericanas, la Ministra de Finanzas Premium
y la Secretaria del Partido MR (Movimiento Raipaquista), con motivo de la
celebración de la I Cumbre Raipaquista, que se proponía como objetivo visitar a
la Presidenta Honorífica Raipaquista, María Bouzas.
Este encuentro
había estado milimétricamente diseñado con el esfuerzo, dedicación y seriedad
que el evento merecía, para que esta primera reunión de Estado Raipaquista
fuera lo más satisfactoria posible. Y, aunque eso quedó tan sólo en
intenciones, las cuatro eminencias pusieron cuanto estaba en su mano para
cumplir la agenda oficial. Es por ello que, tras una larga noche en el despacho
ministerial revisando una segunda tanda de escenas raipaquistas, se prepararon
para emprender su viaje hacia Leganés.
Fieles a su
compromiso ecológico, prescindieron de coches oficiales y bajaron por Plaza de
España para coger el Metro de Madrid. Fue allí donde, pese a que el Ministerio
siempre se ha caracterizado por la pulcritud y honestidad de sus gestiones,
dignas de su precursor, el filósofo, poeta y primer delegado ministerial,
Raimundo Ulloa, las cuatro representantes Raipaquistas tuvieron un leve
problema con la ley al quedar atrapadas dentro de la estación por no disponer
del billete adecuado para pisar suelo leganés. Percance que hubieron de
solucionar siguiendo las pautas recogidas en el libro “Cómo conseguir lo que quieras”, de Francisca Montenegro.
Fue así como, gracias a dichas sutiles pautas, y aún dentro de la estación, la
Embajadora Italiana contactó desde un interfono con un subordinado y éste no
dudó en abrir las puertas para dar acceso al exterior a tales eminencias.
Siendo las
10.15 a.m., y bajo el sol abrasador de Leganés, las representantes siguieron
las indicaciones de la Corresponsal del Raipaquismo en territorio leganés para
llegar, a pie, a la Sede de Puente Viejo. Lugar donde, veinte minutos más
tarde, la Embajadora Italiana avisó de la presencia de la Cumbre a Mariajo, la
portera del recinto, que, en absoluto, era consciente de lo que allí ocurriría
ese día.
Pasaron cinco,
diez, quince minutos; aparecieron técnicos, maquilladoras y directivos… y, en
mitad de aquel frenético ajetreo, las cuatro mujeres pudieron escuchar decir a
un hombre ‘‘vendrán por la Camila ésa’’.
Fue todo un deshonor para la Cumbre haber sido confundidas con Yaristas por lo
que, para evitar más confusiones, se colocaron una placa identificativa que rezaba
“Somos Raipaquistas” y que, tan sólo
quince minutos más tarde, les sería de “mucha” utilidad. Pues, marcando el
reloj las 11.18 a.m., apareció a lo lejos un coche negro. La Secretaria del
Partido MR quedó fijamente mirando como se acercaba y, en escasos segundos, la
Embajadora Italiana gritó “¡María!”,
lo cual sirvió a la Representante de Relaciones Iberoamericanas como señal para
correr hacia el coche, que ya entraba dentro de las inmediaciones de la Sede, y
mostrarle la placa identificativa que las acreditaba. Mas, con todo ello tan
sólo pudieron conseguir que la Presidenta Honorífica Raipaquista girase un
instante su cabeza y las saludase con la mano.
Cuarenta y dos
segundos después de haber interceptado el coche, solamente tenían eso: un
saludo y el coche de María Bouzas alejándose cada vez más. Todo el plan de la
Cumbre había fracasado. Y sólo hubo silencio. Silencio y la triste esperanza de
que volviera a aparecer a lo lejos. Pero no lo haría y por ello debían crear
una nueva estrategia.
“Una nota”, pensaron.
Se dejaron
embriagar por el ambiente puenteviejino y decidieron dejar a cargo del papel y
la pluma la redacción de una nota que pudiese franquear los muros de la Sede de
Puente Viejo y llegar hasta las manos de María.
Todo parecía
tomar forma de nuevo, había esperanza aún. Redactarían una nota y elegirían a
un mensajero que pudiese entregársela en mano a la mismísima Presidenta
Honorífica Raipaquista. La elección fue, evidentemente, la parte más delicada
del asunto. Diferentes fueron las opciones que pasaron por la mente de las
cuatro eminencias: sobornar, como buenas Montenegro, a Mariajo; rogar y
suplicar a los técnicos que entraban y salían de la Sede, o esperar un milagro.
Aquélla era la decisión más dura de sus carreras Raipaquistas pues, de volver a
errar, podrían ocasionar una gran crisis dentro del Ministerio.
En tanto que
debatían a quién hacerle entrega de aquel salvoconducto y escribían en el papel
las palabras oportunas con las que dirigirse a la Presidenta, pasó otro oscuro
coche por su lado. Sus ocupantes,
Marta Tomasa y Mario Zorrilla, entraban en la Sede al igual que minutos antes
lo había hecho María Bouzas. Y, de nuevo, la oportunidad les pasó por delante y
la despidieron moviendo enérgicamente la mano, mientras el coche se adentraba sin darse cuenta de que
ellos hubieran sido los idóneos mensajeros. Otra ocasión de oro al traste. De nuevo, la desilusión y la
impotencia se adueñaron de sus rostros. Pero, cuando ya todo parecía perdido, a lo lejos apareció un hombre, un
pueblerino, al que no tardaron en identificar. Se trataba de un figurante, uno
de los hombres que cada tarde disfruta de su tiempo libre en las mesas de la
Casa de Comidas.
“¡Ahora o nunca!”, retumbó en sus cabezas el eslogan de aquella
Cumbre.
Así, la
Representante de Relaciones Iberoamericanas
empezó las negociaciones con él, para acabar nombrándolo Mensajero Real
Raipaquista tras la firma de una cláusula contractual: debía presentarse otra
vez delante de la delegación para contar los detalles de la entrega de aquel
documento oficial. Cerrado el contrato, el hombre marchó para aparecer, eternos
minutos después, levantando los pulgares en señal de victoria.
Al fin algo
salía bien. El mensajero había realizado a la perfección su cometido y María se
detendría, al finalizar su jornada laboral, para parlamentar con la Cumbre.
Decididas a
reponerse de tan arduas, aunque satisfactorias, gestiones, partieron a una
cafetería próxima, donde la Embajadora Italiana descubrió lo deliciosa que
podía llegar a ser la leche con colacao. Y, tras la pitanza, llenas de emoción
e ilusión, las cuatro muchachas se dirigieron, de nuevo, a la salida de plató.
Una vez allí,
vieron cómo Fernando Coronado salía en coche. Sus miradas se cruzaron durante
segundos, pero ni una palabra, ni un gesto, salió de ninguno de ellos. Eso sí,
cuando éste se marchó, no tardaron en resaltar lo guapo que les había parecido
en directo. Tras este ligero intercambio de opiniones, se encaminaron hacia
otro punto estratégico de la Sede con la intención de ver a doña Francisca
entrar o salir de la Casona. Sin embargo, tras largos segundos, minutos, una
hora o más bien dos, lo más interesante que pudieron ver fue a un jefe
dispuesto a echar la bronca a un subordinado. Hasta que, al fin, vieron a lo
lejos una melena pelirroja inconfundible. Y, de nuevo, como si la vida les fuera
en ello, corrieron a la puerta con la firme convicción de detener el coche en
el que partían Mario y Marta.
En esta
ocasión, la Embajadora Italiana pudo articular palabra para preguntarles si
podían bajar un momento, a lo que ambos asintieron. Mas, de nuevo todo se
resumió en segundos. “¡Somos
Raipaquistas!”, flotó en el aire para aclarar cuál era su partido político.
Dos besos, un embarazoso silencio y volvieron al coche para marcharse. Como ya
se había vuelto costumbre, todo ocurrió tan rápido que se olvidaron de atesorar
ese encuentro con documentos fotográficos o firmas en el Libro de las
Personalidades Afines al Raipaquismo.
Volvieron pues
a la puerta del plató de la Casona, hasta que de nuevo un coche en la distancia las alarmó, ya que fueron conscientes
del error que cometían dejando la entrada sin vigilancia. A su vuelta,
presenciaron la salida de un nuevo vehículo. Nerviosas ante el más que probable
encuentro con su adorada María, se dieron de bruces ante la cruda realidad. La
ocupante era nada más y nada menos que... Yara Puebla. La aparición de la
manantialera casi provocó una crisis diplomática entre los miembros de la
delegación. La Embajadora Italiana mantuvo su posición radical al no querer ni
siquiera saludarla; sin embargo, la Representante de Relaciones Iberoamericanas
y la Secretaria del Partido MR demostraron ser más moderadas. Mientras que las
cuatro decidían qué posición debía prevalecer sobre la otra, con suma sorpresa,
la Doña de las Aguas bajó sola del coche para saludar sin que nadie se lo
hubiera pedido. Para no arruinar el clima de colaboración que reinaba entre la
Cumbre desde el principio, sus miembros accedieron a saludarla, sin excederse
en fotos ni autógrafos.
Poco después,
llegaron en un coche Ruth Llopis y Carmen Canivell, a las que saludaron con la mano.
Los minutos
seguían pasando y el calor sofocante hizo mella en las raipaquistas. Tanto que,
a la par que la Ministra de Finanzas iba adquiriendo un bonito bronceado,
confundieron a una mujer, que caminaba hacia ellas, con María. También fueron
testigos de la salida de Sandra Cervera en un taxi. Pero ni siquiera pudieron saludarla, ya que la actriz estaba
absorta mirando su móvil.
De repente, a
lo lejos, vieron como el coche que había traído a la Presidenta Honorífica del
Raipaquismo al plató y que había permanecido aparcado hasta entonces, se movía
y desaparecía entre los pabellones. Eso sólo podía significar una cosa: la
salida de María estaba cada vez más cerca. Los nervios empezaron a apoderarse
de las, hasta ahora, tranquilas chicas, que empezaron a sentir como el corazón
se le salía del pecho, o del estómago, de tanto latir.
No más de tres
minutos más tarde, el coche reapareció a lo lejos y, aunque ninguna de las
componentes de aquella Cumbre la vio con claridad, todas supieron que, junto al
chófer, estaba ella.
Ella. Con su
pañuelo desigual. Con su perfecta sonrisa. Ella.
Ella, acercándose cada vez más e
indicándole al conductor dónde debía de parar. Ella. Con aquella dulce mirada,
con aquellos labios cereza, con su cabello bicolor. Ella, en toda su esencia,
bajándose del coche.
Y entonces,
sólo entonces, las cuatro dejaron de respirar para volver a hacerlo una vez que
pudo llegar a ellas aquella mezcla de olor a maquillaje y perfume dulzón que
envolvía a la Presidenta Honorífica. “¿Vosotras
sois las de la cumbre?”, rompió ella el silencio. Mas, como respuesta, tan
solo pudieron sonreír y asentir.
La Ministra de
Finanzas fue la primera en besarla. Después hizo lo propio la Representante de
Relaciones Iberoamericanas, seguida de la Secretaria del Partido MR y,
finalmente, la Embajadora Italiana, que, con infinita timidez, le pidió un
abrazo que María concedió sin pensar. “Fue
como atrapar un sueño entre mis brazos… lo sé, los sueños tan sólo son...
sustancias, pero el mío tenía cuerpo, alma, carne, huesos... todo, y estaba
ahí, achuchándome”, declaró la italiana horas más tarde.
La Presidenta
Honorífica no dudó en acordarse de Ramón Ibarra, Presidente Honorífico y Socio
Fundador de la APA (Asociación de Perfectísimos Amantes) y se lamentó de que
aquel día él no se encontrase en la Sede para que pudieran saludarle también.
Pero aquello era algo que la Cumbre ya había asumido, pues no en vano habían
consultado con antelación sus agendas oficiales, cosa que hizo reír a María. Y,
a colación de su programa, y haciendo referencia al contenido de la nota que el
Mensajero Real Raipaquista le había entregado, les comentó a las cuatro
entidades que debía acudir a una entrevista en Antena 3, por lo que le sería
imposible ir a comer con ellas. A esto, la Secretaria del Partido MR contestó
que podrían cambiar algunos asuntos de la agenda para acompañarla, pero el
edificio de Antena 3 era infranqueable, por lo que aquel plan fue tan efímero
como el ON de Emilia Ulloa y Alfonso Castañeda.
Visto
que aquél, y sólo aquél, sería el tiempo que la Cumbre tendría para hablar con
María, decidieron ser directas. “En
primer lugar”, comenzó a decir la Representante de Relaciones
Iberoamericanas, “decirte que te estamos
muy agradecidas por acordarte siempre de las Raipaquistas y nombrarnos en todas las entrevistas”,
continuó antes de que la Presidenta Honorífica la interrumpiera diciéndoles que
aquello era lo menos que podía hacer. La Embajadora Italiana fue quien tomó la
palabra entonces. “¿Estamos casados o
qué?”, preguntó sin rodeos, y sin rodeos le contestó María: “no, no” (acompañando su respuesta con
varias muecas con el gesto que hicieron más evidente aquella negación), “pero no es culpa de la Montenegro”, quiso añadir antes de que el apellido Castro
saliera a la luz en la conversación. “Aunque,
bueno… el día que se casen de verdad no podrán hacerlo en secreto; tendrá que
ser en una catedral, con muchos
invitados…”, fantaseó ahora la Presidenta Honorífica con una sonrisa en los
labios.
Otro de los
temas que hizo sonreír a las cinco personalidades fue el Tratado 1500; El ansiado Raipapolvo, por el que, al igual que se
había hecho desde el Ministerio, María Bouzas y Ramón Ibarra habían estado batallando
hasta conseguirlo. Las cuatro delegadas aprovecharon para darle la enhorabuena
por el resultado del Tratado 1500, pues había sido todo un regalo para el
Movimiento Raipaquista. No obstante,
la Presidenta, con cierto pesar, les explicó que no pudieron hacer más de lo
que se vio a causa del horario infantil, por lo que en las mentes de las cuatro
se manifestó el mismo pensamiento: “cuarto
de hotel, música, baile, velas, cena, champán, bañera, fresas, calzoncillos y bata corta para él,
viso negro y pelo suelto para ella y al final cama… ¿qué más podían darnos?”. Sin
duda, era un trabajo que había costado años de espera, de negociaciones, de
manifestaciones, de protesta... pero que al final resultó ser sublime, fino,
elegante. Prácticamente perfecto.
Al igual que
estaban siendo perfectos y tremendamente satisfactorios los BORO (Boletines
Oficiales de Raipapolvos en Off), como el emitido tan sólo un día antes. “¿Me desafías?”, puntualizó la Embajadora
Italiana al ver que la Presidenta Honorífica no ubicaba a cuál de todos ellos
se referían, y al escucharla echó a reír, satisfecha por cuan minucioso era su
trabajo de visualización y estudio de la Filmografía Raipaquista.
Mientras la
Ministra de Finanzas Premium seguía embelesada, escuchando todo cuanto la
Presidenta Honorífica decía, la Representante de Relaciones Iberoamericanas
sacó el Libro de Honor del Ministerio Raipaquista, ilustrado por la
mismísima Directora del Departamento Artístico Raipaquista, para que la
Presidenta Honorífica corroborase en él su presencia en la Cumbre, al igual que
lo hizo también en el ejemplar de La Tía Tula, símbolo del Raipaquismo, que la
Embajadora Italiana traía.
Tras este
momento, todas las integrantes de la Cumbre se dispusieron a inmortalizar el
evento con la Presidenta Honorífica, pero la cámara que traían para tal
menester y las manos de la Embajadora Italiana no estaban por la labor de
cumplir aquel objetivo. “No te muevas”,
le dijo la italiana a la Representante de Relaciones Iberoamericanas, que
estaba casi inmóvil junto a María. “Eres
tú, no ella”, no tardó en percatarse la Secretaria del Partido MR y, puesto
que estaba algo más serena, tomó la cámara para concluir con las fotografías.
Y, antes de
disponerse a la clausura del encuentro, se le comentó a la Presidenta
Honorífica la posibilidad de realizar una nueva Cumbre y tenerla a ella, y al
Presidente Honorífico y Socio Fundador de la APA, como invitados de honor. Pero
María Bouzas hubo de lamentarse, puesto que su tiempo, tanto en Madrid como en
Galicia, era tan escaso que sería completamente imposible realizar algo así.
Inmediatamente
después de aquel comentario, la Cumbre despidió a la Presidenta Honorífica, que
volvió a meterse en el coche mientras un
“te queremos” impregnaba el aire en mitad de algunos besos y cuatro
sonrisas que no se borraron de sus labios ni siquiera cuando el coche arrancó
para marcharse.
La
Cumbre había conseguido su objetivo.
Habían visto,
tocado, hablado y reído con María, pero también habían estado, en parte, con
otra mujer, tan importante y esencial como ella misma. Aquel maquillaje que la
Presidenta Honorífica llevaba había significado para las delegadas cumplir con
otro sueño: el de poder sostener la mirada a Doña Francisca Montenegro. Y es
que en el aspecto de la Presidenta convivían dos almas: la de Francisca, con
aquel carmín inconfundible, y la de María, con su pelo suelto y su luminosa
sonrisa.
“Aaaahhhh…”,
fue el contenido del comunicado que la Representante de Relaciones
Iberoamericanas mandó a la Directora del
Departamento Artístico Raipaquista, y corresponsal en Argentina, una vez
concluido el encuentro. Y, como ésta última diría, las cuatro volvieron
montadas en una nube a la estación del metro. Camino de vuelta al Ministerio
Raipaquista, con el objetivo de haber visto a la Presidenta Honorífica, María
Bouzas, conseguido.
P.D. Durante la redacción de esta crónica informativa sobre la cumbre
transcurrida el 7 de marzo de 2017, se han colado en la oficina de nuestro
departamento de prensa del Ministerio Raipaquista: un puercoespín, un camello,
una hiena, un uro, un cormorán, un koala, un coyote, una morsa, un delfín, una
mofeta, un lebrílope, una chinchilla, un castor, una oveja, un pato, un tigre,
un oso hormiguero, un sapo, un elefante, nuestro querido animal sagrado, el
conejo y, también, un chupacabras, para mantener bien alejada a Emilia Ulloa
del Ministerio.
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