Raipaquistas y raipaquistos, ¡muy buenas tardes!
Si es que me permitís preguntároslo, ¿cómo estáis?
¿Qué andáis haciendo? ¿Ya trabajando? ¿O seguís de vacaciones? ¿Estáis haciendo
las maletas? ¿O deshaciéndolas porque ya se os acabó la “dolce vita”? Y, sobre
todo, ¿habéis encontrado el secreto para sobrellevar este calor que invadió
nuestras ciudades y que parece no tener intención de dejarnos?
La verdad es que yo, además de en el aire
acondicionado y los ventiladores, confiaba mucho en la serie, aunque seguro que
ahora os estaréis preguntando porqué. La respuesta es bien fácil:
Todos anunciaron la llegada de los nuevos chicos a
la Casona como “un soplo de aire fresco” hasta el punto de que me dije -¡Bien! ¡Este verano vamos a gastar menos en
corriente eléctrica!-, pero tan fresco no resultó ser.
Soñaba con que los hermanos Ortega fueran como una
ligera tramontana y, todo contrario, resultaron ser como un siroco tan caliente
que miras la pantalla y se te queman los ojos.
Al principio pensé -¡Ayyyyy que lindo! ¡La Paca y Rai van a ser papás de nuevo! ¡Todos
juntos bajo el gran techo de la Casona como una verdadera familia feliz! ¡Los chicos
ya son hombres hechos y derechos, nos saltamos toooda esa fase de pañales,
biberones y noches en vela! ¡Estos dos no van a dar lata!-.
¿Qué no van a dar lata? ¡Dios mío son una fábrica
de problemas! Tiene razón mi abuela cuando me dice: “Hijos pequeños, problemas pequeños. Hijos grandes, problemas grandes”.
Desde la llegada de Saúl y Prudencio, como pasa después de la llegada de
cualquier hijo, los nuestros han perdido todo tipo de intimidad. ¡Atención! No
quiero decir que no raipapolvean en off, ¿eh? Eso lo hacen “mucho, muchísimo” como la propia jefa nos ha asegurado, pero es
que los hermanitos no les dejan tiempo durante el día ni para decirse cuatro
palabras sin interrumpirles, ni para intercambiarse unos mimos, una caricia o
un beso. Parece que son el perejil, que está en todas partes. ¿Son 2 o 22? No
me lo explico. Prudencio se ha vuelto la sombra alta y flaca de la Paca y Saúl
ya se olvidó de que Rai es el señor de la Casona y lo tiene faenando en las
tierras como si fuera un jornalero más.
¡Chicooosss, bajad al pueblo! ¡Buscad chavales de
vuestra edad! ¡Buscaros una novia y que no sea la misma! Y, sobre todo, ¡dejad
respirar a mamá y papá! (Y si es boca a boca, mejor).
Compañeros y compañeras, hablemos a las claras, si
uno no encuentra un momento, ya sea un minuto o una hora, antes de que acabe el
día para estar, hablar, mirar y mimar al otro, ¡adiós vida de pareja! Pero como
los nuestros son la voz de la experiencia, eso que acabo de expresar lo saben y
muy bien. Si los chicos no los dejan, encuentran ellos la manera para estar
solos. Y es exactamente lo que pasó hace unos capítulos en mitad de una escena
familiar que quería comentar con vosotros.
Como ya se ha vuelto costumbre, estaban los cuatro
en el salón, copas en mano y dispuestos a brindar porque “la vida es bella”. Rai,
que siempre busca explicación a todo, intenta también encontrarla a esa
atmósfera de celebración que hay en casa y la respuesta es -por nuestro futuro, querido, qué mejor razón
puede haber-, que es como decir todo y nada a la vez. La explicación real es
que siempre es un buen momento para echarse un trago, pero claro, como Rai
siempre tiene que brindar con agua, no entiende esa sutileza y ya que ve a su
chica tan suave, aprovecha e intenta también averiguar qué tal le fue el
encuentro con el nuevo mini alcalde. Con lo que no cuenta es con que la Paca,
que es más lista que el hambre, sabe cómo contestarle dejándole la sensación de
haberle contado todo con pelos y señales sin decirle absolutamente nada. -Una simple visita de cortesía, la habitual
entre el alcalde y la mayor propietaria de la comarca- y para evitar otras preguntas, cuenta que
entre otras cosas le habló del proyecto de Saúl y que -bla bla bla... chico maravilloso... bla bla bla...- y, ya que
están metidos en el tema, aprovecha para sugerirle que readmita a Mauricio a
trabajar en la finca.
Hasta aquí todo normal.
Cuatro personas hablando de asuntos familiares.
Escena de vida cotidiana, e incluso diría que hasta un poco aburrida. Pero,
como en un día nublado en el que de repente sopla el viento y hace aparecer al
sol, nuestra Paca transforma esa simple conversación en una propuesta
indecente, sin realmente proponer nada.
-En fin,
para mí se acabó el asueto. He de resolver unos asuntos en mi despacho... antes
del almuerzo-.
Os preguntaréis qué tiene de indecente esta
afirmación. La afirmación en sí, NADA, pero la manera de formularla TODO. Está
rodeada por tres hombres, pero ella ¿a quién mira sin quitar ojo? ¿A quién le
señala el despacho con la cabeza? ¿A quién le indica con una sonrisa que ha de
ser antes del almuerzo y no en otro momento?
¿A quién busca con la mirada mientras su dedo tintinea la copa como si
quisiera preguntarle “fui bastante clara
o tengo que hacerte un dibujo”?.
¡Señoras y señores, la Paca acaba de proponerle a
Rai que la siga al despacho!
¿Y para qué será? ¿Consultar los registros de
cuentas? ¿Quitar el polvo de la biblioteca? ¿Elegir el menú semanal? A ver… a ver qué le contesta el Ulloa.
-Permíteme
que te acompañe. Quiero enseñarte unos libros que he comprado esta mañana al
trapero. Son muy interesantes-.
¿Libros? ¿Fue al trapero? ¿Y cuándo si el chaval
lo tiene partiéndose el lomo en las tierras de sol a sol? Mmm... Y encima
prometen ser “interesantes”. ¡Ulloa, cómo son esos libros sobre plantas y
flores!
-Pero si
a ti siempre te dan gato por liebre-.
¡Uuyyyy! Paca, ¿estás cuestionando la capacidad de
elección del Ulloa? Si está enamorado de ti desde que llevaba pantalones cortos,
eso quiere decir que bien sabe reconocer una joya cuando la tiene en sus manos.
¿O no? ¡Y encima lo desafías con esa mirada como sin nada! ¿Acaso ya has
olvidado de lo que este mozalbete es capaz de hacer cuando se siente retado? No
sé tú, pero yo sueño con ese “preludio” una noche sí y otra también.
Y durante esa negociación en código disfrazada de
discusión literaria, la Paca da un paso al frente y agarra la mano del Ulloa.
Una última señal para hacerle entender lo que se cuece, si es que aún tiene
alguna duda.
-¿Sí? ¿Tú
crees?- mirada y sonrisita
Ulloistas, de las que quemarían un bosque como si de un papelito se tratase, -pues estos son incunables-.
¡Madre mía! ¡O el Ulloa se ha hecho con la copia
original de la Biblia escrita de puño y letra por los 4 evangelistas, o le está
diciendo que si llega a pisar el despacho arde Troya con todo el caballo!
-Ahhhhhh-.
Negociación terminada.
Si ella amenaza tener grandes expectativas, él
promete estar a la altura o incluso superarlas, palabra de perfectísimo amante.
Así, bien agarrados de la mano, entre miradas y
sonrisas, ya pensando en todo lo que puede llegar a pasar una vez cerrada la
puerta, los dos huyen al despacho.
Y hablando de puerta... ¡Ay la cara de la Paca
cerrando las correderas!
Parece decir a los chicos “vosotros quedaos ahí que ni en 100 años llegaréis a imaginar lo
que aquí habrá pasado”. Además, observando las caras de los niños, yo diría
que la Paca no anda tan desencaminada: Saúl parece vivir en otro planeta, como
si lo hubieran raptado los extraterrestres, y Prudencio hace esa sonrisita de
quien lo ha entendido todo cuando en realidad estará pensado “no sé qué está pasando aquí pero mejor
sonrío así parezco más listo de mi hermano”.
Y así, delante de los ojos de los niños se consuma
el enésimo Off de nuestra pareja.
Un Off muy diferente a los precedentes que hace
que me sienta en deber de actualizar mi análisis del largo, larguísimo, camino
que nos ha llevado hasta aquí.
Para quien no lo recuerde, os dejo aquí un esquema
de las etapas más importantes.
- Ausencia inicial del concepto de Off. Entre la Paca y Rai todo quedaba en miradas furtivas, sonrisas, sueños hot y muchas duchas frías. (Primera Temporada).
- Descripciones de deseos, como amanecer juntos abrazados el uno al otro. Volver a sentirse hombre. Volver a sentirse mujer. Pero que quedaban en eso: descripciones echadas al campo. (Después del salto).
- Alusiones a una renovada intimidad, aunque de fachada cada uno seguía teniendo su alcoba. (Segunda estancia de Rai en la Casona).
- La llegada de la SIESTA. Piedra Miliar del concepto de OFF.
- El ON más histórico, épico y apoteósico de la serie televisiva mundial con bañera, fresas, champán, velas (pocas según mi parecer).
- Tentempié, desafíos, deudas que hablan por sí mismos.
La escena que acabamos de comentar abre un nuevo
capítulo en la historia los Offs, lo que los expertos definirían “Off
Implícito”. Se trata de una nueva tipología de Off, en la que, aunque los dos
no manifiesten abiertamente sus intenciones, a través de sus miradas, de sus
sonrisas, de sus movimientos dejan muy poco a la imaginación de una. Para
simplificarlo, aunque ninguno de los dos diga -subamos a la alcoba-, su gesto se traduce en -ven conmigo y tocarás el cielo con un dedo-.
En la evolución del Off, esa forma atípica puede
parecer una regresión, una vuelta al pasado. Y en cierta forma lo es. Habíamos
llegado a una etapa en la que cuando el deseo se apoderaba de ellos, se lo
decían sin miramientos y sin pensarlo dos veces, escaleras arriba, se
refugiaban en LA alcoba. Y ¿ahora qué? ¿Volvemos atrás a la época de las
alusiones?
¡No desesperemos! En general, en cada camino
evolutivo hay momentos de regresiones. Todo normal. El aspecto positivo es que
ellos siempre son el preludio de un empujón hacia adelante, hacia una nueva
etapa que solo puede ser mejor que la precedente. Y eso en nuestro caso se
traduce en una lluvia de Off, tal vez que no sean tan en Off o que hasta puedan
volver en otro On. Sí, señores guionistas, la esperanza de que la escena del
1500 no sea el único ON que veremos entre Francisca y Raimundo no nos ha
abandonado. Todavía quedan muchos sueños raipaquistas por cumplir y me hago
portavoz de ellos. Volver a oír “mi pequeña” de los labios del Ulloa, verlos
algún día amanecer juntos, ver (y no solo imaginar) unos botones desabrocharse
y una cremallera bajarse. Y por qué no, en tema de sueños, que algún día
lleguen a casarse sin falsedades, ni bombas de por medio. Que él le pida
matrimonio entregándole su primer anillo de compromiso y que ella luzca el
broche de esmeraldas de su abuela en su vestido de novia, el que tenía guardado
para el día en que se convirtiera en la señora de Ulloa.
Alguien podría pensar “¡pero que cansinas las raipas! ¡Nunca se conforman con lo que se les
da!”. Y pudiera ser, pero me permito
ofrecerles otra perspectiva. Seguir teniendo esperanzas, sueños, deseos sobre
nuestra pareja significa también que estamos, que aquí seguimos y que pensamos
seguir acompañándolos en este viaje hasta el final, porque ninguna de nosotras
tiene la intención de bajar del carro hasta ver cumplidos sus sueños.