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La llegada de la ahijada, como era de esperar, ha sido recibida igual que niña de vuelta de una excursión del colegio, con el matiz de que no es tan niña y que trae un pequeño abultamiento a la altura de la barriga. El recibimiento por parte de su tía Mariana y Soledad es el que se cabe esperar por parte de la familia más amable de la casa, que les da igual lo que hagas mientras sigas siendo su niña bonita, mientras que cuando en la misma escena aparece LA MADRINA, el ambiente cambia de manera radical pues la cordura, la sabiduría y el mando de la matriarca se impone a golpe de pocas palabras y un ligero movimiento de cabeza.

Dicho esto, Doña Francisca pasa a ponerle los puntos sobre la Íes a su ahijada, a la que trata como a su hija y de la misma manera quiere corregir para que no cometa los mismos errores la próxima vez que se le ocurra actuar antes sin pensar. En esta maravillosa escena, María Bouzas, como es propio en ella, nos muestra esa Francisca que representa en un momento determinado de la vida a todas las madres de España, aquella que quiere corregir las equivocaciones de sus retoños con la sabiduría que dan los años y la experiencia de la vida, mediante la reflexión, el diálogo y la imposición de normas que debes de cumplir si quieres seguir viviendo en casa de mamá. También vemos el saber hacer de una actriz como la copa de un pino, curtida en una y mil batallas, delante de una joven promesa, a nivel nacional. 

Le está sirviendo de caldo de cultivo para profesionalizarse más y darse a conocer. María con su profesionalidad y su trabajo diario saca de una escena que pasaría desapercibida para el espectador, la esencia necesaria para enganchar al televidente y pegarlo a la caja tonta durante el tiempo que dure ese momento, donde ayuda a brillar a todo aquel que le toque actuar con ella.

Hoy la hemos visto actuar con Juli Cantó (Fulgencio Montenegro) y Maribel Ripoll (la alcaldesa consorte) donde en la primera hemos visto a un Doc Bacterio más acojonado de la cuenta, imaginando ser cazado en su última tropelía. Y en la segunda escena, una alcaldesa pasada de rosca acabando con la paciencia de una Mandamás con menos paciencia que un chiquillo delante de un bizcocho que no puede catar y escuchando a su vez una cantidad de sandeces que dan dolor de cabeza (a título personal me hubiera encantado ver las tomas falsas de la escena, si las hubiera).

Y estamos de enhorabuena, hemos disfrutado de la actuación de Ramón Ibarra más de tres milisegundos. Tras una sequía de varios episodios, hemos tenido a nuestro querido “Bocachancla”…perdón un lapsus, a nuestro querido Raimundo Ulloa hablando con el cotilla de su yerno que últimamente, es lo que tiene ser el regente de la cotilla de Dolores, sabe de todos los movimientos de su suegro. Raimundo anda enfadado con su nieta (más bien esta celoso) porque todavía no se ha pasado a verle y “bufa” (maldice) en contra de la Montenegro para, a continuación, aparecer en escena con Fulgencio Montenegro, que viene con la intención de sonsacar a nuestro humilde Indiano el cuál, menos mal, esta sobre aviso.

Para finalizar, comentar que he pillado un GAZAPO, en la escena, cuando Rita le pide explicaciones a Doroteo sobre las cartas escritas supuestamente por Isidro, Charlotte al coger la jarra de agua para darle un vaso de agua a Doroteo, la primera engancha el pie en la alfombra quedando ésta doblada, al poco rato la alfombra está bien colocada...PILLADA