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martes, 25 de abril de 2017

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Quién me manda venir a escribir por primera vez a este sitio de reverencia raipaquista cuando estoy atravesando algo parecido a un coma diabético, pido disculpas si me pongo un tanto pesada pero es que me siento rarísima con todo lo que está pasando y lo tengo que descargar. 

Es que llevo no semanas ni meses, sino años pegada a estos dos, pegada a mirar el celular para saber si hay avances, pegada a mi tableta dibujándolos, pegada a escuchar canciones que me los recuerdan, pegada a decir palabras o frases que son de ellos, pegada a encontrarme con una frase de la Paca para tantos momentos y tantas respuestas, pegada por razón de ellos a personas bonitas en mi vida y ahora que toda esta trama me da tantas escenas, tantas miradas, tantas declaraciones, que siento que me está pasando algo divino y me estoy dando cuenta que me está pasando y no quiero que se pase. Es como ser feliz y darte cuenta mientras lo sos.

Porque los soñé cuidándose en la enfermedad como ahora, y es cierto que la soñé más a ella que a él de enfermera. Y la soñé haciéndole declaraciones de amor constantes, y cambiándole la ropa y enjugando sus lágrimas. Y lo soñé a él diciendo su nombre al despertar y soñé que él sí había escuchado en su limbo personal todas esas palabras bonitas que ella le había dicho. Y también soñé otras veces que uno de los dos se arrodillaba al lado de la cama para contemplarse. Y soñé mil quinientas veces, y hasta lo hice en trazos, que ella metía su cabeza en el hueco de su cuello, se recostaba en su pecho y él la abrazaba. 

Y por supuesto que soñé que estaban los dos sentados en la cama mimándose y que se daban de comer y que se miraban así de bonito cuando se reconocían y no necesitaban decirse nada, porque una palabra no reemplaza a una mirada ni jamás reemplazará lo que habita en el alma. Y soñé que todos los veían quererse así, en forma sincera, profunda, silenciosa, entregada, sin adornos ni firuletes, y que todos esos otros lo aceptaban y los dejaban ser. 

Y entonces es como que me siento muerta, “morida”, “matada” de amor. 


Porque me mata cuando Francisca se acerca a la cama y se arrodilla junto a él en un movimiento shakesperiano y mete su cabeza en el hueco del cuello de Raimundo y se desploma sobre su pecho y él, él la abrazaaaaaa. Y creo que ahí en ese momento me quiero congelar como Walt Disney hasta que inventen la vida eterna. Es más, sería mi posición favorita para jugar a la mancha congelada. 


Y porque Raimundo no le dice cualquier cosa cuando por fin le habla. No. Qué le dice?  Le dice “Francisca Montenegro”. O sea, no es cualquier Francisca ni Paquita la del barrio, es la Montenegro, su karma, su amor, su vida. Y los ojos? Es que ustedes ven los ojos de Francisca? Ven cómo lo mira? 


Y porque siento que no puedo con mi vida cuando los veo así, ella metida en la cama con él, abrazándolo por detrás, con el pijama nuevo que le compró ella  y hablando de todas las cosas bonitas que la Paca le dijo cuando estaba “dormido” y que él sí escuchó!


Y porque ya la fresa del postre sería que ese saco de lana que anda estrenando en el día de regreso a su vida civil se lo haya tejido ella. Porque, ya que hablamos de soñar, a qué no sería maravilloso que la Paca hubiera estado cual Penélope tejiéndole el saco mientras lo velaba todas las noches y ahora se lo haya regalado? Y que por ejemplo venga Emilia a visitarlo loca de contenta y él la reciba todo orgulloso diciéndole “mirá el saco que me tejió Francisca”. Y entonces que la Paca se infle toda de amor y le abroche los botones y le sobe el pecho. 

Y además, no es sólo el libreto, ni el guión, ni la musiquita de las escenas, son ELLOS, ellos que lo hacen de una manera tan mágica que lo siento real. Que hacen que además de creerles, pueda seguir soñando otras tantas escenas, porque lo bonito de ser raipaquista es que aún después de 6 años sabemos que se nos seguirán llenando  los ojos de lágrimas mirando la pantalla, que nos quedaremos como bobos viendo como ellos se miran, como se cuidan, como se regañan pero sobre todo, que seguimos teniendo libertad para soñar porque este amor es incombustible y eterno y porque ellos lo hacen único. 

Todo eso que soñé está pasando y entonces no me pellizco, porque sé que es verdad, sino que me emociono tanto que lo único que quiero conseguir es que este momento  dure para siempre. 

PD: gracias Andrea, gracias Sonia.


Y pensar que así empezó este sueño...



1 comentario:

  1. Sólo lo hacen llegar los sentimientos en los corazones y las almas de todos nosotros. Una fe, un mito, un amor infinito. Muchas gracias querida.

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